Las voluntarias del comedor reconocen que el perfil del usuario ha evolucionado en los últimos años. Ahora son personas más mayores, de entre 60 y 70 años, en su mayor parte hombres y naturales de Marín. Pero el comedor atiende también a una población que reside en la villa pero llegada de diferentes puntos. "Aquí tenemos de todo, jóvenes que vienen cuando se quedan sin trabajo, y otros que no lo tienen porque sus condiciones de vida no lo facilitan. Aquí las puertas están abiertas para todos. Queremos que estén alimentados y limpios", por eso facilitan a los usuarios que disfruten de una ducha diaria. "Para sentarse a la mesa hay que estar limpio", concluye sor Celsa.