Desde el pasado lunes, los vecinos de Vilaboa hacen guardia las 24 horas para intentar proteger la casa de Enrique López Patricio y evitar que se consume la inminente orden de derribo que pesa sobre la vivienda. El pasado miércoles, dos agentes de la Policía Autonómica hacían entrega al afectado del documento en el que le daba un plazo de quince días naturales para ejecutar la demolición de la vivienda.

En Santa Cristina de Cobres, al lado de la casa sobre la que pende la amenaza de la piqueta, se ha instalado un campamento en el que los vecinos arman turnos dependiendo de la disponibilidad laboral de cada uno de ellos, así como de sus necesidades familiares. El objetivo, mantener siempre un retén que pueda frenar un posible intento de demolición, así como avisar al resto del pueblo de la aparición de alguien dispuesto a ejecutar la orden. En el campamento improvisado duermen cada día entre seis y siete personas y a primera hora de la mañana los vecinos se concentran en gran número ante la posibilidad de que esa sea la jornada elegida para proceder a la demolición. Fabio, uno de los vecinos que se está volcando en la "defensa" de la casa del portavoz de Salvemos Vilaboa y que ya ha pasado alguna noche en las tiendas de campaña, explicaba ayer que en esta localidad tienen ya experiencia a la hora de movilizar a los vecinos si llegase el momento: "Aquí todo el mundo sabe cuando son las fiestas, por lo que están avisados de que si escuchan fuegos es porque algo pasa, porque vienen a derribar la casa, por lo que acudirán de inmediato", explica. Este vecino recuerda además que este ya fue el método utilizado con éxito durante las movilizaciones por la empacadora hace ya 20 años. A esta fórmula más tradicional han sumado también las nuevas tecnologías y un grupo de WhatsApp mantiene a todos los vecinos informados de cualquier incidencia.

Solidaridad vecinal

En ese campamento, quien lo desea también comparte comida y bebida, tertulia y ánimos con el afectado y su familia. La gente que se acerca al lugar también aporta cerezas, refrescos, "cualquier cosa que nos haga falta y que ponemos en el WhatsApp". "Siempre hay alguien que trae algo", explican.

Los vecinos de Vilaboa piden diálogo e insisten en reclamar a la Xunta que aplace del derribo y atienda los recursos del propietario. También que paralice los expedientes abiertos a la espera de que se apruebe un PXOM que pudiera servir de herramienta para legalizar algunos de los inmuebles sobre los que pesa la amenaza de la piqueta. Según los últimos cálculos vecinales son unos 40 los expedientes abiertos y podrían ser más en el futuro. Y después de insistir en la vía del diálogo también avisan de su voluntad inquebrantable de no permitir ni un solo derribo, empezando por esta vivienda de Santa Cristina. Son conscientes de que su actitud puede chocar con la orden de las fuerzas de seguridad de que se garantice la ejecución del derribo y de que puede haber problemas: "Tampoco es que tengamos ganas de ir presos ni nada, pero si hay que llegar a llevar un porrazo supongo que llegaremos a eso", replica Fabio, quien indica que "por mí no habrá problema, yo a Enrique y a su familia lo quiero mucho, así como por cualquier vecino, se hace lo que haga falta". Recuerda que esto no es un desalojo, "es algo peor" debido a la desaparición física de la vivienda, "algo en lo que has invertido toda tu vida, te quedas sin ello, le hacen daño a una familia entera pero también a todos los vecinos", insisten los allí concentrados. Reconocen que puede haber problemas urbanísticos pero reclaman que "si en otros sitios se encontraron soluciones, ¿por qué aquí no?".

Fabio alerta también de que los vecinos no se rendirán: "Yo lo que estoy viendo es que la Xunta y la APLU están esperando a que nos cansemos de hacer el parvo, como dicen ellos que estamos haciendo, pero yo lo que veo cada mañana es que la gente está con más fuerza y con más ganas de ayudar a la salvar la casa de Enrique y las de todos", señala después de pasar una noche más en una tienda de campaña, expectante ante la posible llegada de las máquinas con la intención de derribar esta casa.