A lo largo de sus poco más de diez kilómetros de distancia, el tramo de A-55 que transcurre entre Vigo y Porriño soporta la mitad de los radares fijos de la provincia. Los datos de la DGT muestran que entre los puntos kilométricos 5,6 y 15,9 de la autovía se reparten media docena de cinemómetros, una concentración con pocos casos comparables en España. En la página web de Tráfico solo se encuentra un trecho de autovía con una mayor proporción de radares fijos: la SE-30, la circunvalación de Sevilla, que tiene distribuidos ocho dispositivos de control de velocidad en apenas 11,5 kilómetros.

La cantidad de radares que concentra la A-55 entre Vigo y Porriño no solo llama la atención en el mapa estatal. Dentro de la provincia su peso es indiscutible. En una decena de kilómetros se concentran seis de los 13 radares fijos que la DGT tiene repartidos por todos los cientos de kilómetros que conforman la red de carreteras de Pontevedra, incluidas tanto las autovías, como las autopistas y nacionales.

Los siete restantes se reparten por la A-52, que tiene uno; la AG-41, con dos; la AP-9, con tres; y la N-640, la carretera nacional que transcurre desde la localidad asturiana de Barres y Vilagarcía de Arousa, que también soporta un radar fijo. A ellos se suman otros 32 cinemómetros móviles repartidos por diferentes viales de toda la provincia.

Recaudación

Los dispositivos de control de velocidad dejan además una jugosa recaudación para las arcas del Estado. Según datos recabados por Automovilistas Europeos Asociados (AEA) a través del Portal de Transparencia, en 2016 cuatro de los seis radares de la A-55 repartidos entre Vigo y Porriño dejaron una recaudación de 1,38 millones. En total motivaron 29.259 multas, lo que significa que entre los cuatro cinemómetros "cazaron" 80 infracciones a diario o algo más de tres cada hora.

A esas sanciones habría que sumarles las de los otros dos radares permanentes que están en funcionamiento en la actualidad y que no se incluyen en los datos de AEA correspondientes a 2016.