San Roque es el protector de los contagiados por epidemias, los peregrinos, cirujanos, enfermeras, los picapedreros, marmolistas, de los falsamente acusados de simular invalidez y, por cesión de San Antonio Abad, patrón de todos los animales, de los canes. En él "buscaron refugio y protección los pontevedreses durante la peste bubónica de la Edad Media", recuerda la parroquia de Santa María, que ayer celebró el "día grande" en honor a esta imagen que se venera en la capilla de su mismo nombre.

De allí salió tras la misa matinal con destino a la basílica, el templo central de la parroquia, donde fue venerada hasta el oficio religioso vespertino. Éste dio paso al tradicional desfile con la imagen del santo, que recorrió el entorno de la Alameda hasta recogerse en la capilla de San Roque.

Numerosos fieles, entre ellos niños de Primera Comunión, acompañaron a la imagen, a la que en su día se dedicó una capilla con la idea de que impidiese que las posibles epidemias que llegasen al puerto diezmasen la población de la ciudad del Lérez.

De nuevo el desfile se convirtió en punto de encuentro de integrantes de distintas cofradías penitenciales y devotos de todas las edades, pero especialmente abuelos que transmiten a los más pequeños la devoción por el santo protector.

La capilla de San Roque estrena esta semana sus campanas recién refundidas, cuyo sonido se sumó a la quema de las "Madamitas", las tradicionales tracas que cada año proclaman sonoramente el periplo del santo por la ciudad.

La quema y el desfile obligaron a cerrar al tráfico el itinerario y, en colaboración con la Policía Municipal de Poio, también se cerró el puente de A Barca.