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Carmen Martínez: "Quiero que si llego a ocupar un cargo sea por mi trabajo, no por ser mujer"

La investigadora de la Misión Biológica aboga por la igualdad en el mundo científico

La investigadora Carmen Martínez Rodríguez. // FdV

Promover la perspectiva de género en los contenidos de la ciencia, la investigación y la tecnología es el objetivo de la Asociación de Mulleres Investigadoras e Tecnólogas de Galicia, AMIT-Galicia, de reciente constitución. En su junta directiva se encuentra una investigadora de la Misión Biológica de Pontevedra, Carmen Martínez Rodríguez, que aunque reconoce que ha habido grandes avances en este sentido en las últimas décadas, considera que todavía queda un largo camino por recorrer.

-¿Cómo ha llegado a formar parte de la junta directiva de la AMIT-Galicia?

-Ya era socia de AMIT a nivel nacional, creada en 2001. Todas las integrantes de las delegaciones de la asociación en las diferentes comunidades autónomas lo éramos. Cuando se propuso crear la de Galicia, al igual que el resto, se quiso que estuviese en estrecha relación con el colectivo original para facilitar las relaciones con las instituciones.

-¿Tienen un programa propio en Galicia?

-Los objetivos son los mismos que a nivel nacional. Simplemente, en Galicia queremos organizarnos para facilitar el diálogo con las instituciones. Además, se quiso que en la junta directiva estuviesen presentes las tres universidades gallegas y el Centro Superior de Investigaciones Científicas, CSIC. La finalidad es que sea reconocido el trabajo de las mujeres científicas, así como aportar nuestro punto de vista. La intención es hacer ver a la sociedad que aunque tantas mujeres como hombres inician la carrera científica, en niveles superiores se reduce la presencia de ellas, no por su valía ni sus aportaciones al mundo de la investigación, que son importantes, sino por distintas razones. No se trata de enfrentar el mundo de los hombres y las mujeres, porque lo fundamental es ser un buen profesional.

-¿Se consideran miembros de una asociación feminista?

-No, por mi parte desde luego no. Hay socias de todo tipo: unas que son feministas, otras que no... Simplemente queremos aportar nuestra experiencia y nuestra visión. Y las visiones son muy diferentes entre las asociadas.

-Pero a día de hoy sigue haciendo falta este tipo de colectivos. ¿Aún existe la necesidad de abrirle los ojos a la sociedad?

-Sí, es una forma de abrirles los ojos y de analizar la situación. A lo mejor somos nosotras las que, en determinado momento de nuestra carrera científica, decidimos que hasta ahí hemos llegado. Se trata de una labor de análisis. Saber por qué ocurre esto, hablar y dialogar. A veces es una cuestión social, de educación.

-En la que se prioriza la vida familiar ante la laboral...

-Sí. Una gran parte del factor es ese. Hay momentos en los que tenemos que elegir entre nuestra vida familiar y personal y dar un salto que exige una dedicación muy grande al mundo profesional. Muchas de nosotras nos decantamos por la familia. No todos los hombres ayudan ni apoyan para que las mujeres puedan llegar a esos niveles. Aunque, afortunadamente, cada vez son más los que apoyan a sus parejas. En mi caso particular, mi marido siempre me apoyó y siempre estuvo ahí cuando fue necesario que me dedicase plenamente a mi carrera profesional. Tengo dos hijos, también hombres, que desde pequeños lo han visto. Pero también tengo compañeras que han visto truncada su trayectoria científica cuando han tenido niños o que plantearse ir al extranjero por trabajo.

-¿Y las instituciones? ¿Ayudan a apoyar esas carreras?

-Pues no sabría que decir. Yo llevo treinta años en el CSIC. Tengo que decir que tuve un director de tesis y nunca me sentí discriminada en mi carrera científica por ser mujer , y eso que yo trabajo en el mundo de la vid y el vino, que sigue siendo un mundo muy de hombres. En muchas ocasiones iba a congresos en los que era la única mujer. Pero sí es cierto que en determinados momentos de tu vida te planteas qué hacer cuando tienes familia. Ya digo, nunca me he sentido discriminada, pero... ¿facilidades...? Por ejemplo, no es fácil disponer de guarderías cerca o en el puesto de trabajo. Esta asociación nace un poco para eso, para analizar con las distintas instituciones dónde está el problema, cuáles son los puntos críticos y cómo resolverlos.

-¿Qué opinión tiene de la discriminación positiva?

-No estoy de acuerdo con que haya que exigir un número de mujeres solo por el hecho de serlo. A mí me gustaría que si llego a ocupar un determinado puesto sea por mi trabajo y por su calidad. Quiero que se reconozca mi capacidad en igualdad con otra persona, sea hombre o mujer. Esta es otra de las cuestiones que se pueden discutir en la asociación y con nuestros colegas hombres, que deben también dar su opinión. Todos juntos tenemos que llegar a buscar soluciones.

-Lleva tres décadas en el CSIC...

-Los primeros siete años estuve en el Instituto de Investigaciones Agrobiológicas del CSIC en Santiago. Después estuve varios años en Francia. En 1993 me vine a la Misión Biológica de Galicia, en Pontevedra. En el año 2000 fundé mi equipo de investigación, en el que somos, de casualidad, mayoría mujeres.

-¿En cuánto está la proporción?

-Somos cinco doctores y de ellos solo uno es un chico. Y he de decir que todas, a lo largo de estos años, hemos sido madres y entre nosotras hemos tenido que ir buscando soluciones porque a veces no era fácil la conciliación o las instituciones no te la ofrecían. En muchos casos nos hemos llevado el bebé de alguna compañera a algún muestreo, ya que tenemos mucho trabajo de campo. Nos hemos organizado para que alguna compañera no perdiese su carrera científica ni se viese condicionada.

-¿Y las bajas maternales?

-En ocasiones hemos trabajado en la línea de la compañera que estaba de baja maternal para que ella no perdiese su posición en la carrera científica porque, también hay que decirlo, el mundo de la investigación es muy competitivo: no puedes permitirte el lujo de dejar de producir y sacar artículos.

-Tantos años en el sector también habrán servido para constatar algún avance...

-Sí. Antes las mujeres eran las acompañantes de los congresistas. Hoy día, son ellas las que asisten a los congresos y sus parejas las que les acompañan. Hay que recorrer el camino.

-¿Qué le llevó hacia el mundo de la vid y el vino?

-Fue un tema que me propuso mi director de tesis en 1986. Me ofreció dos temas: la camelia o la viticultura. Me gustaban las dos y me ayudó a elegir él. Es un tema apasionante, precioso. Lo he disfrutado muchísimo. Y había muy pocas mujeres en este campo. En la enología sí, aunque no se les ha reconocido como debiera. Es el caso de un grupo del CSIC de mujeres pioneras que hicieron aportaciones importantísimas en el mundo de la microbiología y el cava.

-¿En qué trabaja ahora su equipo en la Misión Biológica?

-Tenemos varios proyectos. Ahora acabamos de empezar uno con un consorcio de empresas sobre la presencia de determinados compuestos beneficiosos para la salud en la uva y el vino, así como en las semillas. Estamos trabajando también en la resistencia a enfermedades de vid en variedades autóctonas y continuamos con las viñas de recuperación de antiguos tipos de vid. Además, hemos abierto una interesante línea sobre el olivo de Galicia que puede hacer grandes aportaciones al sector agrario.

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