Luis Villares es magistrado en el Tribunal Superior de Justicia de Euskadi y reconoce que a pesar del ascenso (durante los cuatro años anteriores fue juez en A Fonsagrada) en ocasiones le puede la morriña. “Cada uno es hijo de su tiempo y de su tierra y la echo de menos, pero estoy viviendo esta experiencia con mucha ilusión porque para mi fue una promoción importante y también porque Euskadi está viviendo un momento de cambio ilusionante y a mi me gusta vivirlo. Aunque, eso sí, siempre tengo ganas de volver en cuanto tengo oportunidad”. La última ha sido el Congreso Xoán Manuel Pintos clausurado ayer en Pontevedra, en el que intervino como ponente.

—Desde la óptica de un jurista ¿qué representa Xoán Manuel Pintos?

—Es un paradigma en su propia vida y en su historia laboral de los vaivenes de la justicia en su tiempo, de la incorporación de nuevas ideas que proceden de la Revolución Francesa y la Constitución de 1812, de las políticas entre liberales y conservadores, todo ello está reflejado en la vida laboral de Pintos. Y otro aspecto es su preocupación social, que también es hija de su tiempo y propia también de alguien que asumió una ideología progresista y ciertamente revolucionaria, basta pensar en como denuncia en A gaita gallega la situación carcelaria, el retraso de la justicia, la corrupción, en general todos los fallos de una administración de justicia que dependía exclusivamente del poder político de turno.—Pintos constituyó una excepción: un profesional de una clase dominante que observa y denuncia la realidad de la gran mayoría de la población

—Sin duda, es un ejemplo de una persona consciente de una realidad en la que vivía y que a través de su propio trabajo lo constata. Sus trabajos como profesional constatan su honestidad laboral que era pareja a la honestidad personal, y eso tiene un reflejo en su obra y en su propia biografía: alguien que a través de su profesión conoce más de cerca los problemas de la gente y no quiere que pasen desapercibidos sino que, muy al contrario, la denuncia por ejemplo que hace de la situación de la población carcelaria de Pontevedra es muy descarnada.

—Castelao tiene un famoso dibujo: una madre rezando que pide a sus pequeños “un padrenuestriño para que Dios nos libre da xustiza”...

—A lo largo del siglo XIX la justicia arrastraba problemas derivados del Antiguo Régimen, esquemas que impedían el cambio y era esencial la separación de poderes, que la justicia pudiese controlar a los otros poderes etc y evidentemente había muchas presiones en el bando conservador para que eso no fuese así sino que buscaban que la administración judicial estuviese controlada por el poder político. Y esos logros, como la separación de poderes, que se habían puesto sobre el papel a principios del siglo XIX se necesitó un siglo para lograrlos, por eso no es extraño que décadas más tarde de publicarse A gaita gallega Castelao dibuje eso ¿cuál es el sentido de Pintos o de Castelao al pronunciarse así? Denunciar que esa separación de poderes no se producía y la connivencia que existía entre la administración de justicia y el poder política, de modo que la justicia no servía al pueblo sino a la clase dominante de cada momento.—Denuncia que la situación del gallego que criticó Pintos no ha mejorado mucho en realidad...

—Desde luego la preocupación que ya tenía Pintos casi 150 años sigue vigente, porque habla de espacios en los que el gallego está ausente, como la justicia, las leyes y las oficinas, y la pena es que siglo y medio más tarde sólo el 5% de las resoluciones judiciales se redactan en gallego, algo que es totalmente incongruente con lo que sucede en la calle en donde como mínimo el 50% de la población se expresa en nuestra lengua, es un indicador de que estamos lejos de la normalidad y de que los profesionales hemos de hacer un esfuerzo mayor por hacer normal en la administración de justicia lo que es normal en toda la sociedad. También hay que pedir más presencia del gallego en general en la vida pública, por eso el discurso de Pintos está plenamente vigente.

—Casi dos siglos después de las denuncias de Pintos ¿qué retos ha de afrontar prioritariamente la justicia?

—Los retos son dar una respuesta ágil y eficaz a los problemas ciudadanos, que son muchos y en estos momentos por ejemplo también afectados por el momento económico, con un trasfondo social que acaba repercutiendo en la administración de justicia. Hay que dar una respuesta eficaz a esos problemas, teniendo en cuenta por supuesto el marco legal vigente pero también esas necesidades. Todo ello supone por supuesto más medios materiales para que el trabajo judicial pueda ser el adecuado y, por supuesto, son necesarias reformas legales que nos permitan a nivel legal dar una respuesta más justa a determinados problemas que están apareciendo debido a la situación de crisis que vivimos tanto a nivel laboral, hipotecario etc, para poder responder con una mayor justicia a lo que está sucediendo.

—¿Cambios como por ejemplo poder entregar la vivienda a cambio de la hipoteca?

—Por ejemplo, es uno de los puntos que desde Jueces para la Democracia proponemos: hablar de una nueva regulación o por lo menos la reforma de cómo está establecido el sistema hipotecario para prever que situaciones injustas puedan ser modificadas, por ejemplo que una vivienda que fue tasada por un banco que es el que impone también las condiciones del crédito etc después resulta que va a quedar adjudicada nada más que en un 50 y 60% de su valor y sigue subsistiendo otra deuda pendiente, creemos que eso debe ser sometido a crítica, todo esto debe ser revisado, por eso pusimos el acento en que debía abrirse un debate también a nivel parlamentario, político y de movimientos sociales porque el ordenamiento jurídico ha de ser hijo de su tiempo, debe abrirse un debate y que como final se obtenga una reforma legislativa.

—¿También hay que plantear un debate en el caso de la eutanasia?

—Pues si, hace mucho tiempo que defendemos el desarrollo de los principios constitucionales relativos a una muerte digna y que tienen que ir acompañadas de una serie de reformas legislativas que permitan avanzar en determinados campos: en primer lugar de los cuidados paliativos, de una manera cabal y plenamente regulada para evitar vacíos legales o interpretativos que den lugar a diversas interpretaciones sobre estos cuidados y en segundo lugar también para conseguir que ese momento final sea lo más digno posible para todas las personas... Debe darse un paso más, siguiendo la linea marcada por Andalucía y más recientemente por Aragón, en el tema eutanásico, como un derecho a morir con dignidad.

—Tras varios años de experiencia ¿se arrepiente mucho de haber elegido ser juez?

—(risas) No, no me arrepiento en absoluto. Comencé a estudiar las oposiciones porque me gustaba el Derecho y también el propio trabajo que supone la labor judicial, tanto en la administración de justicia en el día a día como porque permite estar al tanto de los asuntos y los problemas sociales, y ahora cuanto más tiempo pasa más me convenzo de que hice lo mejor. Ahora además a pasar a otro tipo de juzgado me da otras visiones, otras vertientes y todo ello hace que me apasione, yo voy contento a trabajar.