La delegación del ministerio de Economía y Hacienda tiene los días contados en el imponente caserón que linda con la iglesia de San Francisco y asoma sobre los jardines de Castro Sampedro y la plaza de la Herrería. La hora de la renovación ha llegado para la delegación más antigua de la administración central en Pontevedra, el último reducto de una estructura hecha añicos por el Estado de las Autonomías.

Desde mañana mismo, la apertura de sus oficinas y dependencias en la nueva sede ubicada en Campolongo permitirá, al fin, consolidar su denominación como Agencia Estatal de la Administración Tributaria (AEAT), o Agencia Tributaria a secas. Porque para los "PTV" (pontevedreses-de-toda-la-vida), la delegación de Hacienda siempre será la delegación de Hacienda. Un nombre inequívocamente asociado a este histórico edificio con aire de búnker inexpugnable.

Nada más y nada menos que 25 años ha tardado en materializarse este cambio. Un largo tiempo de tránsito entre dos siglos, que ha estado marcado por una profunda reforma del sistema tributario español. Un período dilatado, a lo largo del cual se ha estudiado y desechado varios proyectos, hasta llegar a la flamante y cristalina sede que abrirá sus puertas mañana en la avenida de Fernández Ladreda.

No me dejará quedar por fabulador ni mentiroso Joaquín Bobillo Fresco, el primer delegado de Hacienda en Pontevedra que nombró un gobierno socialista en 1984. Todavía en activo hoy tras una dilatada carrera en Vigo, Bobillo fue el hombre que entonces acometió con más decisión el proyecto de construcción de un nuevo edificio, al tiempo que hizo caer para siempre aquellas terribles ventanillas que levantaban una barrera infranqueable entre funcionarios y administrados.

"Precioso por fuera, pero anacrónico por dentro". De esta forma tan gráfica definió Bobillo el edificio de la delegación de Hacienda, cuando el IRPF ya demandaba a gritos otro espacio más apropiado para el uso de la informática en la gestión administrativa.

En un primer momento, se contempló una reforma integral, que incluyera un vaciado interior casi completo. Pero esta opción quedó enseguida descartada. Desde mediados de los años 80 se anunció una y otra vez la construcción de un nuevo edificio en la zona de A Xunqueira, mientras se apuntaba la cesión al Ayuntamiento de la antigua sede para usos públicos no definidos.

Durante la tramitación del vigente Plan General de Ordenación Municipal que pilotaba el arquitecto-concejal Eugenio Jiménez Passolas, se dijo en varias ocasiones que las negociaciones estaban muy avanzadas entre ambas partes. Sobre plano el hipotético edificio cambió de ubicación varias veces dentro de la zona de A Xunqueira: Primero se situó en una parcela del Recinto Ferial con fachada a la avenida de Compostela. Y más tarde se trasladó a otra parcela emplazada frente al Pabellón de los Deportes. Todo sobre el papel y poco más.

Así llegamos a la elección de Campolongo como alternativa más viable para la instalación definitiva de la Agencia Tributaria, una decisión que nadie discutió, ante el hartazgo existente por tan larga espera.

Y precisamente a través de los Presupuestos Generales para 2011 hemos sabido que Hacienda no tiene la menor intención de desprenderse de su vieja delegación. El ministerio del ramo pretende invertir hasta 8,5 millones de euros en su rehabilitación durante los próximos cuatro años, mientras los sufridos contribuyentes nos preguntamos para que diablos necesita Hacienda dos sedes en esta ciudad.

Tal pretensión significa que Telmo Martín aún estará a tiempo de llevar a cabo su disparatado proyecto cuando se siente en la alcaldía en 2011 y llame a Mariano Rajoy cuando este instalado, a su vez, el palacio de la Moncloa en 2012. Un parador de cinco estrellas es el futuro uso que propugna el candidato del PP para nuestra delegación de Hacienda.

Pienso yo que a Telmo Martín ha debido engañarlo algún malvado que le ha hecho creer que cualquier edificio de Hacienda tiene incorporada una maquinilla de fabricar euros. Justamente esos millones y millones de euros que necesita para costear sus imponentes proyectos. Y cualquiera saca ahora de ese craso error al bueno de Telmo.

De Carmen Peón a Juan Manuel Lazcano y Lueiro Rey, en un oasis de libertad vigilada

El inolvidable Manuel Lueiro Rey fue quien primero me habló de la Delegación de Hacienda como un pequeño oasis de libertad, aunque fuera vigilada. El toque de izquierdismo que rodeo a este ministerio había sido el culpable de que Lueiro opositase a este cuerpo y allí permaneciese trabajando durante cuarenta años, cuando el oficio de escritor no daba para vivir siquiera malamente.

Integrante de una cédula comunista que formó en Pontevedra con otros dos camaradas en el año 1942, y más tarde corresponsal nunca descubierto de Radio España Independiente, Lueiro Rey tuvo sus buenos motivos para mantener aquella querencia por la Hacienda pontevedresa.

"Un delegado provincial, don Augusto Marzal, me salvó de ser detenido por comunista en unos tiempos muy duros. Se portó bien conmigo, porque dio la cara por mí ante la policía. Literalmente se jugó el cargo por defenderme", me reveló en una lejana ocasión. De entonces a hoy, he descubierto hasta que punto Lueiro estaba en lo cierto.

Totalmente desconocida es la historia de la primera mujer que ejerció en Pontevedra como contador del Estado en la delegación de Hacienda a principios de los años 20. Carmen Peón Carrera fue casi una sufragista en aquel tiempo.

Primero maestra y después enfermera, un día decidió hacer oposiciones a contador del Estado. Para asombró y escándalo de su familia, la joven aprobó. Y como mal menor, su padre encaminó a Carmen Peón hacia Pontevedra, donde había una vacante y en donde vivía su padrino, Jesús Muruais Rodríguez.

Carmen Peón tuvo la suerte de vivir durante dos años en la histórica casa de los Muruais. Por desempeñar aquel trabajo tan poco femenino, causó sensación entre la gente bien de esta ciudad, aunque sin dar nunca motivo alguno para la maledicencia.

Cada mañana la joven era acompañada por don Jesús desde su casa hasta la delegación. Al acabar su jornada laboral, era el propio delegado quien se encargaba de devolverla a casa. Y en sus salidas era siempre escoltada por doña Soledad.

Casi al mismo tiempo, Carmen Peón se enamoró de Pontevedra y de Jesús Andreu, jefe del Servicio Agronómico Provincial. Y con su matrimonio llegó inevitablemente su marcha de Hacienda.

De la delegación de Hacienda salieron muchos integrantes de la Coral Polifónica a finales de aquellos años 20. Entre otros, Alexandro Bóveda Iglesias que ejercía como jefe técnico del Cuerpo Pericial de Contabilidad del Estado. Por recomendación del delegado provincial, Julio Martínez de Velasco, de allí pasó a organizar el servicio de Recaudación de la Diputación y crear después la Caja de Ahorros Provincial de Pontevedra, por iniciativa de Daniel de la Sota.

Coetáneo de Lueiro Rey en la delegación de Hacienda fue Juan Manuel Lazcano Castedo, un referente imprescindible del ambiente cultural pontevedrés en los años 50 y 60. Apasionado cinéfilo, Lazcano ejerció muchos años como alma mater del Cine-Club de Pontevedra, una entidad que jugó un papel esencial en aquel despertar. Y después estuvo también en la fundación y el desarrollo del Ateneo, junto a los pontevedreses más relevantes de aquel tiempo.

Si las paredes de la delegación de Hacienda hablasen, y ateniéndonos a estos antecedentes someramente esbozados, quizá se decantasen por un futuro uso cultural de al menos una parte de sus instalaciones renovadas. ¿Por qué no un gran archivo histórico provincial?