Semanas con restricciones progresivas hasta la prohibición, desde la madrugada del sábado, de todo tipo de reuniones de personas que no convivan no bastan por ahora para que la evolución de la pandemia se frene en la ciudad de Ourense. La capital de As Burgas se encuentra "al borde del confinamiento", según manifestó ayer el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome. El conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, todavía ve "lejos" las cifras de la capital de las que el Gobierno marca para el aislamiento perimetral.

Este domingo eran 459 los casos activos en el municipio de un total de 946 en todo el territorio ourensano, el 24% de los 4.038 que hay en el conjunto de la comunidad autónoma. El área sanitaria de la provincia es, de nuevo, la única en la que aumentan los casos activos (+55) y la que más contabiliza en este momento de toda Galicia. Según el balance del Sergas de ayer, Ourense presenta el mayor incremento de contagios en un solo día (+97) de esta segunda ola de la pandemia. En el mismo periodo se produjeron 41 altas. Duplica el total de contagios en seguimiento de la provincia de Lugo -493-, pese a que la población de ambos territorios es similar, e incluso superior en territorio lucense. La peor cara de la pandemia, la muerte, volvió a presentarse este domingo. Dos mujeres de 96 y 90 años que permanecían ingresadas en el hospital de Ourense fallecieron ayer y el total de víctimas mortales en la provincia asciende a 157.

La ciudad, con cuatro zonas que superan el índice de "alto riesgo de transmisión descontrolada" -el Gobierno de España fija este umbral en 250 casos por 100.000 habitantes-, sigue registrando "un crecimiento exponencial. La situación es terriblemente gris preocupante", subraya el regidor de la capital. Jácome hace un llamamiento a los vecinos para que cumplan las medidas sanitarias y las restricciones de la Xunta, e incluso que vayan más allá. "Tenemos que ser todos más papistas que el papa" -dijo-, "extremar las precauciones, cumplir las medidas que marca Sanidade y, si podemos, motu proprio ir más allá y extremar la vigilancia aún más de lo que nos puedan pedir". El regidor indica que en, el actual escenario de contagios al alza, es necesario "intentar llegar a lo imposible para conseguir expandir los límites de lo posible", con el fin de frenar la expansión del virus y evitar el confinamiento de la ciudad.

El número de pacientes que requieren hospitalización se redujo de 73 a 72. Ocho personas permanecen en la unidad de críticos -en toda Galicia son 36-, siete en el hospital público de Ourense y otra en El Carmen, privado. Hay 47 ingresados en planta en el CHUO, 12 en Verín, 5 en Valdeorras y uno en Cosaga. Un total de 874 contagiados están en aislamiento domiciliario, bajo seguimiento telemático. Son 56 más en un día. Tras el mayor incremento de infecciones detectadas en un día en esta segunda ola, el total de personas afectadas por la pandemia en la provincia de Ourense desde su irrupción asciende ya a 3.869, de las que 2.768 -41 más que el sábado- se consideran curadas, aunque un porcentaje de pacientes sufra todavía secuelas.

El estudio de las secuelas

Entre finales de abril y mediados del mes de julio, el CHUO atendió a un centenar de personas al mes en la consulta de seguimiento a los pacientes de Covid-19 tras el alta. En los próximos días retomará su actividad, tras un parón en verano por falta de recursos humanos, un periodo en el que se priorizó la atención a los pacientes agudos, coincidiendo además con la aparición y aumentos de los nuevos brotes.

Dolores Díaz, médica de la unidad de Enfermedades Infecciosas, confirma que, "aunque la mayoría se cura sin que le queden secuelas", varios de los pacientes de la primera ola aún arrastran efectos que son "invalidantes" en algunos casos, también en personas jóvenes "de 30, 40 y 50 años que eran gente sana antes de la infección". De hecho, la mayoría de casos de fatiga crónica como secuela de Covid-19 se dan en jóvenes.

En Ourense no se ha detectado por ahora, según la doctora, una mayor incidencia de ictus o infartos a consecuencia de la Covid-19, pero sí en los periodos agudos se constató un aumento de las trombosis. Al menos un paciente presentó también un cuadro psicótico como secuela de la enfermedad y el ingreso hospitalario. También se han estudiado casos de deterioro cognitivo, sobre todo en personas mayores, y síntomas depresivos. "Fundamentalmente, los pacientes con secuelas requieren apoyo psicológico y rehabilitación", indica Díaz.

Meses sin recuperarse al 100%

En las seis u ocho semanas posteriores al alta hospitalaria, entre los pacientes ingresados predomina como secuela la insuficiencia respiratoria. "Al cabo de un tiempo, el porcentaje de pacientes con secuelas es mucho menor, pero los efectos a largo plazo no tienen una relación estrecha con haber estado ingresado o aislado en casa. Los hospitalizados suelen tener más ansiedad, estrés y mayor tendencia a la depresión o insomnio. Las secuelas de cansancio, dificultad para conciliar el sueño o los dolores de cabeza se ven tanto en gente que ha estado en casa, e incluso sin síntomas o leves, como en los que requirieron ingreso".

"Lo habitual es que presenten cansancio, astenia, que no mejora con el reposo sino con rehabilitación especial y progresiva, puesto que si fuerzan se produce un retroceso. También puede haber dificultad para conciliar el sueño, ansiedad y sensación de falta de aire", explica la doctora. Son síntomas semanas o meses después de superar la Covid-19 que pueden cursar como brotes, de una forma discontinua. "Tienen semanas en las que se encuentran aceptablemente bien y, de repente, un día están mal. Incluso ha habido pacientes que han ingresado para que se realicen estudios o porque necesitan algún suplemento, sea nutricional o de oxígeno", detalla la médica.

"Puede resultar bastante invalidante, algunas de estas personas no pueden trabajar o les supone un esfuerzo enorme". Transcurridos siete meses desde el inicio de la pandemia, los expertos aún no pueden asegurar si el estado que presentan algunos pacientes tiempo después del alta es recuperable. "No lo sabemos. Hay quien ha mejorado pero también quien está prácticamente igual. La rehabilitación ayuda pero es un proceso muy lento".