El viticultor Antonio Míguez Amil acaba de desenterrar un viejo vino tinto elaborado en 2017 con viejas variedades de O Ribeiro y enterrado en un socalco de la viña de San Lourenzo da Pena, en Cenlle. Son 400 botellas de "Baixo Terra 2017", con crianza de 14 meses en ''pipas' de roble francés de segundo uso, embotellado en mayo de 2019, enterrado al mes siguiente, y desenterrado el pasado 28 de agosto para su comercialización este mes.
Desde que en 2001 comenzó a recuperar las viejas variedades tintas en la pequeña finca de Francelos que pertenece a la familia, Míguez no dejó de hacer pruebas y ensayos para lograr vinos históricos, aquellos de O Ribeiro que tanto renombre y aprecio tuvieron a lo largo de mil años. Primero fue el Brancellao, luego el Sousón, después Caíño Longo y otras variedades tintas olvidadas como la Carabuñeira, el Caíño da Terra y el Espadeiro. A partir de 2005 comenzó la recuperación de antiguas viñas en socalcos para hacer vinos barrocos y medievales, y por el camino aprendió de amigos y conocidos, de jóvenes y viejos vitivinicultores.
Este vino, con un 40% de Carabuñeir, 20 de Sousón, 20 de Brancellao, 10 de Espadeiro, y 10 de Garnacha, pretende mostrar lo que se hacía históricamente en los sitios más elegidos de Galicia. Recogiendo testimonios, escritos y documentos, desde las crónicas de Froissart de 1386 hasta los libros de entrada de vino en el monasterio de San Clodio en los siglos XVII y XVIII, entre otros, nace Baixo Terra 2017, una cosecha "que sirve de experimento para probar que los vinos tintos gallegos son algo más que vinos atlánticos o monovarietales, son plurivarietales que hablan de paisaje y clima, a veces mediterráneo, a veces continental, y a veces atlántico".
