Rita de Lago Álvarez (52 años) es la cocinera de la residencia San Carlos de Celanova y la única trabajadora de este centro que todavía arroja positivo en las pruebas del Covid-19. Han pasado 86 días desde que el 20 de marzo, tras morir por coronavirus una residente de 93 años, todo el personal y usuarios se sometieron al test. Rita figuraba entre los primeros 24 que recibieron el diagnóstico positivo, y casi tres meses después, es la única en la que persiste el virus. Un proceso, dice, demasiado largo ya.

"A nivel emocional me siento un poco desgastada y desanimada, sobre todo en estas últimas semanas porque la recaída está siendo peor que todo lo anterior", explica. Confinada en su casa de Cabeza de Vaca, Ourense, Rita echa de menos su trabajo y la vida social. " Me encanta mi profesión y me gusta mucho trabajar con mayores, les echo mucho de menos y también a las compañeras", cuenta. Lo mismo que a sus dos hijos, que están en Barcelona, y a su madre, a la que saludó un día desde la calle. El resto de los contactos han sido hasta ahora por videollamada.

Rita no sabe por qué el Covid-19 se resiste a abandonar su cuerpo. "Parece que ha venido para quedarse, cuando me dieron el resultado de la última PCR que me hice el 22 de mayo ya les había dicho a las amigas que me hacían la compra que a la siguiente ya iba yo. Cuando me dijeron que seguía siendo positivo me harté de llorar, después de tanto tiempo...".

A pesar de todo, se siente afortunada porque nunca tuvo que ingresar. "La sintomatología ha sido leve, con algún problema respiratorio, dolor de cabeza y febrícula. Lo peor son las recaídas, y llevo varias, sigo el tratamiento y cuando parece que estoy bien, vuelvo a recaer", explica.

Desde que todo comenzó ha permanecido en su casa bajo seguimiento médico. Ha sido supervisada por Telea, Atención Primaria y ahora Medicina Interna. "Me quedan secuelas y no se sabe muy bien si es una inflamación muscular o qué, cualquier esfuerzo que hago, cualquier cosa básica que implique tórax o brazos, me produce dolor de pecho, pinchazos en la espalda y cansancio", relata. Su temor es que esta situación se haga crónica.

Algo que no parece probable, le dicen los médicos, pero que no sabrá hasta dentro de seis meses. "De momento me dicen que me lo tome con calma porque puede que la recuperación, sobre todo a nivel muscular, lleve tanto tiempo como lo que llevo con el Covid". Tras 85 días, Rita ha aprendido que sentirse bien no es indicativo de mejoría. "Cuando ocurre pienso que ya puedo hacer de todo pero me equivoco, después viene la recaída".

Ahora está en reposo porque para esta semana toca PCR de control. "Me dicen que ahora lo importante ya no es tanto el resultado como recuperarme de las secuelas. Ya no tengo carga viral para contagiar pero a mi me da miedo que algo falle y prefiero no salir. Mientras no negativice no voy a estar tranquila respecto a los demás". Los paseos los reduce al exterior de su casa y pide la misma responsabilidad para el resto: "No somos conscientes de la gravedad hasta que le pasa a uno o a alguien cercano. Nos puede pasar a cualquiera, hay que tomar las medidas de precaución y más".