En España, el año pasado, 332 personas fueron víctimas de un crimen. Es una tasa de criminalidad del 0,7 por cada 100.000 habitantes, según el Banco Mundial. México sufrió 34.582 asesinatos durante 2019 -una media de casi 100 crímenes al día-, la cifra más alta en 20 años desde que existe un registro. Un índice del 24,8. La exagerada inseguridad es una amenaza presente para el colectivo de emigrantes. La diáspora, y en concreto la que echó raíces en dicho país centroamericano, está en el genoma de la comarca ourensana de O Carballiño, que vio partir a distintas generaciones desde hace un siglo. En el municipio de Beariz hay más vecinos en el extranjero -un millar de oriundos en el exterior con derecho a voto- que residiendo aún el pueblo (971 habitantes), cuna además de centenarios. La violencia en México dejó un nuevo capítulo negro en un concello donde por desgracia es costumbre llorar la muerte. Alberto Fornos, de 42 años, con pareja y un hijo de dos años y medio, fue tiroteado el miércoles a la salida de su hotel, un sector en el que emprendía siguiendo los pasos de su padre. Los medios del país aseguran que había sufrido amenazas previas. José Balboa -83 años-, edil en Beariz (PP) y tío abuelo del fallecido, lo niega: "Él escribía muy bien y sin miedo, y a los narcos les daba por todos sitios en Facebook. Fue una vendetta en el sentido de: 'A este tío hay que callarlo".

En su perfil de la red social Facebook, Alberto comentaba la actualidad de España y de México, compartiendo informaciones. En su último comentario, del pasado 17 de febrero, escribió: "Todavía recuerdo cuando leer el periódico por la mañana acompañado de una taza de café era mi mejor momento del día. A estas alturas hacerlo ya sólo me produce escalofríos, náuseas y desvelos. ¿En qué momento se nos jodió este mundo?" Dice con cariño su tío abuelo que el joven "escribía en Facebook y me desafiaba, porque yo tengo también mi blog. Me decía: 'Tenemos que empezar un poco de polémica los dos'.

Alberto era el mediano de tres hermanos. La mujer, María del Mar, reside en Estados Unidos, desde donde ayer viajaba a México para acompañar a su otro hermano, Rodrigo, y a la madre, María del Carmen. El padre, José Luis, que emigró al país azteca en la infancia en la procura de un porvenir, junto a su progenitor -abuelo de la víctima- llevaba unos 6 meses en Beariz, con problemas de salud. Su domicilio, en la calle principal de Beariz, estaba ayer con las persianas echadas. Enfrente se encuentra la residencia de los tíos. La abuela del malogrado Alberto es la hermana de José Balboa, que ayer continuaba impactado por los hechos.

"Los familiares estamos todavía en el momento de pellizcarnos para despertarnos de esta pesadilla estúpida. Estamos sumidos y deseando despertar y que no sea cierto que unos desalmados se lo han cargado a la salida de un hotel".

Alberto nació en México pero estudió en el colegio. Terminó la carrera con brillantez. Era inteligente, culto, conocedor de la política y la historia, amante de Galicia y muy aficionado a la lectura, recuerdan algunos de sus compañeros, muy afectados por el suceso. "De niño era un gran dependiente de su hermana María del Mar. Era algo tímido, mucho más tímido de niño que después de mayor. Ha sido siempre amable y caballeroso, educado y correcto. No llegó a ejercer el periodismo porque su padre tenía cierto poder económico y le dijo: 'Aquí me tienes para poder trabajar y vivir'. Al estar el padre delicado de salud, Alberto se enfrascó él en el negocio", añade Balboa.

Sopesan traer las cenizas

Solía regresar a Beariz en verano, aunque la última ocasión fue en 2018. Hacía coincidir su estancia con la fiesta patronal de la Asunción, de mediados de agosto, cuando el rural se revitaliza con el retorno al hogar de los emigrantes. El pueblo está consternado porque el joven y su familia son apreciados. La familia sopesa incinerar al joven emigrante en México y traer las cenizas a su tierra, a Beariz. "Me dijo que tiene la ilusión de tenerlas en la alcoba el resto de su vida", indica el tío abuelo José.

El crimen de Alberto Fornos fue perpetrado a la tarde de este miércoles, en el municipio mexicano de Zapopan, que pertenece al estado de Jalisco. Fue asesinado cuando se encontraba a la entrada del hotel Puerta del Sol, del que era uno de los socios. Según el periódico mexicano El Informador, cuando el empresario ourensano iba a subir a su coche, un hombre vestido con ropa oscura le disparó al menos en tres ocasiones, en la cabeza y el abdomen, para después huir a pie del lugar. No pudieron hacer nada por su vida. La Policía busca al autor.

En septiembre aludía en Facebook a la cruda inseguridad de su país de residencia. "En México mueren asesinadas unas 100 personas al día. De esas 100 personas, 9 son mujeres. No es un problema de violencia de género. Es un problema de violencia. En mayúsculas pero sin calificativos".

Alberto es el último de más de una treintena de emigrantes ourensanos asesinados en la diáspora a lo largo de un decenio. En marzo de 2018, José González, de 72 años y O Carballiño, fue asesinado a tiros en el exterior de uno de sus locales de hostelería en Ciudad de México. Días antes, Daniel Balboa, de 40 años y Beariz, apareció carbonizado en su coche en el estado de Guadalajara. Era uno de los empleados del empresario Manuel Teixeira Guerra, también de Beariz, que unos meses antes fue hallado muerto en el maletero de su coche, víctima de un disparo.