Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las mujeres que ayudaron a 336 prostitutas en un año: "Siempre hay un contexto de pobreza"

Un programa de Cáritas las asiste: "La principal liberación que necesitan es que se crea en ellas" - "Cada vez los clientes son más jóvenes; hay un mercantilismo y se justifican porque pagan, pero no tienen sensibilización"

Un club de alterne en el centro de la ciudad. // Brais Lorenzo

No olvida cuando entró en un club de alterne de O Carballiño y algo le resultó extraño en una chica. "Me llamó mucho la atención una mujer muy joven, paraguaya. Se le veía que acababa de aterrizar. A los 15 días hicimos otra vez la ruta, volvimos al mismo local y ya estaba transformada, su actitud era otra. Tenía otra forma de hablar, otra manera de caminar. En 15 días era completamente distinta. Yo me decía: ¿cómo se puede cambiar tan rápido el chip? Se despersonalizan y ya no son ellas, sino otras personas". Esa historia impresionó a Tamara Gonzalves, psicóloga del proyecto Alumar, un programa de Cáritas que ha cumplido 20 años en Ourense -empezó en 1999, de la mano de las Hermanas Oblatas, como un centro de día a favor de la integración social y laboral-, y cuyo objetivo es orientar y asistir a prostitutas en el ámbito de la Diócesis (toda la provincia excepto Valdeorras, que pertenece al Obispado de Astorga). En un año contactaron con 336, de las que 69 fueron atendidas, "con un trabajo intensivo", en el piso que la entidad tiene en la ciudad.

El viernes, las mujeres y sus hijos compartieron una chocolatada y los pequeños recibieron regalos, gracias a la iniciativa solidaria 'Elfos y calcetines'. Ensayar habilidades sociales mediante acciones formativas variadas es una de las actuaciones de este proyecto. En el piso de la ONG "hay un horario cada día tanto para la atención social y la prestación de información básica, como para la atención terapéutica", introduce Carmen Alonso, coordinadora del Programa de Mujer en Cáritas Ourense.

Las mujeres que se dedican a la prostitución conviven con una carga emocional y son la fuente de ingresos de sus familias de aquí y allá, de sus hijos y de sus parientes en sus países de origen. Detrás de cada historia personal "siempre hay un contexto de pobreza, de la que provienen. Ellas inician la prostitución por algo. Siempre digo lo mismo: es una cuestión de la lotería social. Tuvieron la mala suerte de nacer en un sitio que no es el nuestro, son más vulnerables económica y socialmente y buscan una mejor vida. Al llegar aquí es lo que les queda, o la salida que ven", subraya Tamara Gonzalves.

Estrés, ansiedad y miedos

"En la bibliografía está descrito sobre todo el estrés postraumático, pero en la práctica me he encontrado más con un estrés agudo, trastornos de adaptación, de depresión, o de ansiedad. También son frecuentes los sentimientos de culpa en relación a todo lo que pasó en su país de origen y al proceso de cambio al llegar. Se produce una ocultación a la familia y existen los propios miedos de que no sean aceptadas por sus propios allegados por el hecho de estar ejerciendo. Existe vulnerabilidad a todos los niveles pero emocional sobre todo", explica la psicóloga. "La principal liberación que necesitan es que se crea en ellas, aunque no sea perfectas o se equivoquen", completa la especialista.

El proyecto Alumar está formado, además, por una educadora social, una integradora social y una mediadora social, todas mujeres. Se desplazan para "tener una presencia significativa en clubs, pisos y locales de contactos", con el objetivo de informar a las prostitutas. "Nos sigue impactando mucho la desinformación que tienen, la falta de conocimientos de cosas elementales: en materia de salud, sobre cómo empadronarse o conseguir la residencia, dónde recibir asistencia sanitaria o cómo consolidar unos mínimos derechos. Rompemos el hielo y optamos por la presencia en los locales porque rompe con su contexto. Lo habitual es que haya hombres y nuestro equipo es 100% femenino. No nos acercamos de una manera invasiva, sino que tratamos de pactar el día que iremos, con el gerente, los encargados o las personas de referencia del club". La actitud de estos, responde la coordinadora, es de tolerancia aunque "siempre existe una sensación de desconfianza". Ellas reparten preservativos masculinos y femeninos o cualquier otro producto dedicado a prevenir enfermedades. "Siempre se los entregamos a las mujeres, no a los encargados, para que no se los vendan ni les exijan dinero".

Carmen Alonso atesora 21 años de experiencia, desde 2007 en el programa de Ourense. Le resulta "imposible" aproximar la cifra de personas que ejercen la prostitución en la provincia. "Mi percepción es que seguimos con unas cifras alarmantes. Antes eran muy llamativos clubs como por ejemplo el de la carretera del aeropuerto de Santiago, gigantesco y oscuro, donde no veías el final y podía haber unas 80 o 90 mujeres. Pero hoy en día, si sumas las de Verín, el contorno de Ourense o la carretera de Carballiño, más los pisos, la cifra es igual de alarmante. No diría que ha bajado el número", concluye.

Crece la prostitución que se desplaza a domicilios, lo que dificulta las investigaciones policiales y la persecución de delitos de trata, ya que un registro requiere una orden, mientras que en un club, al tratarse de un establecimiento abierto al público, es más fácil hacer controles. "No me atrevería a catalogar la situación de mejor en un lugar que en otro, pero es cierto que en los pisos hay mayores posibilidades de que se produzca una explotación a todos los niveles, desde sexual a humana, teniendo incluso que costearse la habitación o la propia plaza, que en un entorno de pública concurrencia como un club. De todas maneras, hemos visto casos de situaciones realmente dolientes en ambos contextos".

Cuando la ONG descubre un caso de posible trata interviene. La entidad tiene una vivienda de seguridad en Ourense con 5 plazas. La coordinadora afirma que "conocemos casos incluso de cuando no aparecían en el Código Penal -el artículo 177 bis- y se conducían policial y judicialmente como se podía". Cuando sospechan de una situación de este calibre, "lo primero es hablar con la persona y valorar los riesgos a los que está expuesta y su situación humanitaria. Construir la relación de confianza y detectar un caso de trata lleva su tiempo. En el momento en que realmente ella es consciente de la información y recursos, y está por la labor, nosotros la acompañamos durante todo ese camino, que es largo y no suele ser automático".

La sintonía con la fiscal contra la trata en Ourense, Pilar Manso, es "perfecta. Ante cualquier duda o para compartir inquietudes, solo hay que levantar el teléfono. Es siempre accesible y está muy concienciada con que este trabajo con la pura y dura realidad es una colaboración necesaria". También hay afinidad con Policía y Guardia Civil, aunque "hablamos lenguajes distintos y perseguimos a veces objetivos distintos. Nosotros no podemos tener solo la visión de atrapar al delincuente, aunque por supuesto somos ciudadanas responsables. Pero para construir una relación de confianza debes tener un pie en el club y otro en el centro".

Sus "odiseas" y la ayuda a casa

La mayoría de las personas que ejercen la prostitución en la provincia de Ourense provienen de Brasil, Colombia, República Dominicana o Venezuela. La crisis humanitaria en este último país se está notando. "Nos cuentan la odisea que supone para ellas salir de allí, con rutas y rodeos por Colombia o Perú. Para poder hacerlo acumularon toda una serie de deudas y favores. Una vez que han elegido esa vida, desembarazarse conlleva una valentía que muchas no pueden adoptar porque, por ejemplo, tienen que seguir mandando dinero a casa".

Las técnicas de Alumar les ofrecen información básica y ayuda, "les decimos que aquí estamos, pero no vamos con la pretensión de rescatarlas o de salvarlas, sino de acompañarlas. Hay mujeres que permanecen en ese contexto y explican muy bien o nos hacen entender por qué no pueden salir de él. A lo mejor en ese camino han abrazado adicciones como el alcohol y son personas más vulnerables", dice Carmen Alonso.

La prostitución existe porque hay demanda y clientes que pagan para comprar sexo. "Nadie presumiría en nuestro círculo de amigos de que un maltratador pega a su mujer. Pero si a alguien se le ocurre hacer una despedida de soltero en un club, eso no está tan denostado". Alonso detecta por parte de los consumidores del sexo "la creencia de que no son nuestras mujeres, porque vienen de Colombia o Venezuela. Hay un mercantilismo y una serie de justificaciones, como que las están ayudando porque les pagan. No hay sensibilización. Además, el cliché de que solo van los feos, los que no ligan, los mayores o que tienen problemas no es cierto. Acuden feos y guapos, con y sin éxito, y cada vez más jóvenes".

Compartir el artículo

stats