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Ni rastro de la 'tarabilla' o 'chasco' en el Ribeiro de Avia

La última vez que se le vio fue en 2012 en el alto del Coto de Novelle, frente a Ribadavia, a 718 metros de altitud

Arriba, ejemplar hembra del chasco o tarabilla.Y debajo, ejemplar macho que se refleja en el agua. Ambas fotos tomadas en una localidad de Cáceres, donde aún se puede ver este pájaro // Pedro Holgado García

La agricultura mecanizada y la proliferación de productos fitosanitarios está causando la pérdida de biodiversidad en especies comunes de flora y fauna, y en la comarca de O Ribeiro la asociación ecologista Ridimoas, de Beade, lo están constatando. Un ejemplo de ello es el Chasco común (Saxicola torquata), o Tarabilla común, un pequeño pajarito que seguro muchos hemos visto alguna vez ya que era una especie muy abundante, pero actualmente ya desapareció del entorno del bosque Ridimoas, y de las tierras bajas de O Ribeiro de Avia. La última observación que se logró de este ejemplar es del mes de junio de 2012, cuando se confirmó su reproducción en el alto del Coto de Novelle, frente a Ribadavia, a 718 metros de altitud.

En este coto miembros de la asociación ecologista tuvieron la oportunidad de ver un individuo adulto posado en la punta de un pino pequeño, antes de volar al suelo para cebar sus crías con insectos recién capturados. Desde entonces ya no han podido localizar ninguno más, cuando a mediados del siglo XX este pajarito era una especie común en O Ribeiro del Avia, aunque sobre él pesaba una leyenda de tradición oral que lo acusaba de engañar a Jesucristo cuando este andaba algo extraviado por el mundo. Según esta leyenda, Jesucristo le preguntó al "chasco" si iba bien por un camino y éste le contestó "Chasc, chasc! Por ahí bien vas", a sabiendas de que el camino era peligroso y había muchas posibilidades de caer al río y ahogar. Pero el "pisco" (Erithacus rubecula) intervino y dijo "pis, pis! Por ahí no ir" salvándole la vida e indicándole la ruta segura.

Tan arraigada estaba esta leyenda y tan crédula era alguna gente que muchos chascos fueron muertos en represalia ante su supuesta maldad.

Pero este inofensivo pajarito tiene solo unos 12 centímetros de largo, de la familia Turdidae. El macho se diferencia de la hembra principalmente en la época estival, por tener la cabeza totalmente negra, pescuezo blanco en los laterales y pecho ocre anaranjado. Su nombre hace alusión a su voz más conocida: chasc, chasc.

Pero debido a que instala su nido en el suelo, ello lo hace muy vulnerable a predadores terrestres, y a mayores, el estar asociado en muchas partes al medio agrícola, hizo que la agricultura mecanizada con la proliferación de productos fitosanitarios, alteraran su hábitat y el de las presas de las que se alimentaba. Y a ello se suma la invasión de mimosas que cambiaron la fisonomía de territorios tradicionales de este pajarito.

Desde esta asociación su presidente, Pablo Rodríguez Fernández, apunta que la pérdida de biodiversidad a nivel de España y planetario está ligada al medio ganadero y agrario, sobre todo a éste último, y en la comarca de O Ribeiro esta pérdida es "acuciante".

Señala que otro pajarito en peligro es el "oureol" u "oropéndola" que también es abundante y este año "no se detectó, y tenía un grito muy peculiar". También señala que la codorniz o la liebre ya desaparecieron de estas tierras, y las perdices que hay ya no son las autóctonas sino de granjas cinegéticas que las sueltan en las temporadas de caza.

También hay pérdidas en la flora, de muchas herbáceas que existían en el ciclo de los viñedos y mantenían poblaciones de insectos, pero esas semillas ya no existen debido a la agricultura mecanizada y a los pesticidas.

Rodríguez apunta que lo que pasa en el Bosque Ridimoas "es reflejo de lo que pasa a nivel nacional y planetario", y que las aves son "buenos bioindicador de la salud de los ecosistemas".

En el caso del chasco, tan abundante, ya no se puede fotografiar en la zona y de hecho esta asociación las fotos que consiguió para ilustrar su boletín le fueron cedidas por Pedro Holgado García, quien las hizo en la comarca das Villuercas, en Cáceres, donde esta especie aún es frecuente.

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