La defensa de uno de los dos presuntos homicidas por la herencia materna de un triple asesino al que conocieron en la prisión ourensana de Pereiro de Aguiar, y con el que compartían quehaceres en los permisos de salida, ponía en duda que el cadáver hallado en diciembre en una fosa de un monte de Piñor fuera el de Fernando Iglesias Espiño, de Silleda y 63 años, triple asesino de mujer e hijos en Gran Canaria en 1996, al que solo le quedaban poco más de dos años por cumplir de una condena de 25. Se aludía a un informe biológico del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses que expone que el perfil genético extraído de un hueso y de un diente del cuerpo no encaja con el del hermanastro por parte de madre. La Fiscalía y la Guardia Civil nunca tuvieron dudas sobre la identidad. En el informe antropológico de identificación, el forense coincide. "En nuestra opinión no existen dudas de que el cadáver pertenece a Fernando Iglesias", asegura el especialista Fernando Serrulla en un dictamen que también firma Ana Losada (es necesario el aval de dos forenses en los casos graves, los sumarios).

El experto tiene en cuenta varias evidencias. Las pruebas genéticas, pese a todo, "se decantan con claridad sobre la hipótesis de que el cadáver pertenece" a Espiño. Con todo, el laboratorio recomienda "el envío de muestras de familiares ascendientes o descendientes directos, o muestras atribuidas". Por otra parte, el estudio antropológico "muestra 12 elementos de coincidencia, existiendo solo en el fémur izquierdo 9 coincidencias de alto valor identificativo". Sobre este asunto concreto, el forense comparó una radiografía de cuando estaba vivo con el examen realizado post mortem. Al observarlas detectó la coincidencia del callo de una fractura, la presencia de un clavo y de cinco tornillos, con posiciones y tamaños coincidentes. "Podemos pensar razonablemente que el cadáver estudiado" es el del triple asesino que, a su vez, sufrió un crimen.

Además, a ojos del experto, "el hecho circunstancial de que los investigados hayan conducido a la comisión judicial al lugar donde ellos mismos afirman haber enterrado a Fernando Iglesias Espiño no hace sino corroborar todos los hechos anteriores". El estudio de identificación, que apunta a un varón adulto maduro de una edad entre 54 y 64 años y de una talla entre 170 y 175 centímetros, datos "compatibles" con los del recluso, termina concluyendo que "el cadáver exhumado pertenece" a él, puesto que hay "argumentos científicos".

El informe del forense también estudia las lesiones que presentaba el cadáver, que apareció enterrado en una fosa con agua de un monte de A Senra (Piñor), envuelto en plástico. Presuntamente lo mataron el 13 de agosto de 2018 de un golpe en la cabeza en una granja de pollos de Maside, regentada en alquiler por el investigado Francisco Javier G. H., donde Espiño iba a trabajar y a pasar el tiempo durante sus permisos de salida en tercer grado. El otro implicado en prisión preventiva es Óscar G. L., quien desveló a la Policía Judicial de la Guardia Civil el lugar del enterramiento de la víctima.

En el estudio de la zona del tórax, el forense descartó la presencia de fracturas o lesiones por arma blanca o de fuego. Tampoco observó lesiones en las clavículas. La autopsia ya había localizado traumatismo craneoencefálico con hundimiento craneal derecho y multitud de fragmentos con lesión de la piel en la zona temporoparietal derecha. El estudio antropológico señala "al menos 4 zonas de traumatismo contuso": una en el área anterior central derecha, otra en la anterior central izquierda, otra en la parte lateral derecha y una más en la zona nasal.

La cabeza estaba en una bolsa de plástico atada. El informe forense remitido al juzgado de Instrucción 1 de O Carballiño, el que lleva las diligencias, concluye que "no existen muchos elementos que nos ayuden a identificar el instrumento, pero las características inespecíficas hacen pensar que podría tratarse de un instrumento de cierta masa, sin filo y posiblemente sin bordes". Las lesiones craneales que presentaba la víctima "son compatibles", en opinión de los forenses, "con una barra de hierro o instrumento similar". La extensión de la fractura a la base del cráneo "nos permite pensar que el instrumento estaba animado de al menos un nivel medio de energía".

La jueza investiga en esta fase de la causa un presunto delito de homicidio, otro de tentativa en un permiso de salida anterior, así como robo y una defraudación de fluido eléctrico por un enganche ilegal en la explotación avícola donde presuntamente mataron a Espiño. Allí estaba contratado por Francisco Javier y pasaba sus permisos de salida.

Los investigadores sostienen que el móvil del crimen fue económico. Por eso denominaron este caso como "Operación Avaro". Entre el 11 y el 24 de agosto, presuntamente retiraron los fondos que le quedaban a Espiño de la herencia de su madre. Había ingresado 26.631,83 euros en julio. Según los instructores, los presuntos homicidas obtuvieron 19.450 euros, todo lo que tenía tras la compra de un coche nuevo que fue abandonado en Vigo.