Ourense es tierra de escultores. Entre los nombres propios relacionados con este arte, destacan Ramón Conde, Xosé Cid, Antonio Faílde o Acisclo Manzano. Sus rúbricas aparecen en numerosas esculturas del territorio gallego y aúpan la ciudad más allá de sus fronteras.
El "Arco do Triunfo" de la plaza Maior de Lugo, "La Lechera" de la calle del Paseo de Ourense, la figura de Alonso III de Fonseca en el claustro del Pazo de Fonseca en Santiago de Compostela, "Los Rederos" de la Gran Vía de Vigo y "El Guardián" que protege la Torre de Hércules de A Coruña. Esta es una pequeña parte del legado de Ramón Conde, cuyas creaciones identifican lugares concretos y de especial relevancia en las principales ciudades gallegas.
Otro de los grandes profetas de la escultura ourensana es, por méritos propios, Xosé Cid Menor. Obras suyas son el monumento a Concepción Arenal en Ferrol, la figura de Breogán en el entorno de la Torre de Hércules, el afilador de la calle de Ourense en Santiago de Compostela o la estatua de Eduardo Blanco Amor en la Alameda de la ciudad de As Burgas.
Antonio Faílde
Para hablar de arte ourensana, hay que recordar a Antonio Faílde. A pesar de despedirse en el verano de 1979, el escultor sigue vivo a través de sus diferentes obras de arte en distintos puntos de la geografía gallega. Suyos son el busto a Simón Bolívar situado en la calle homónima de Vigo, punto de encuentro de venezolanos en la ciudad olívica, o el monumento a Alfonso X el Sabio en el claustro del antiguo convento de San Agustín, Pontedeume.
Acisclo Manzano es una de las figuras artísticas de mayor relevancia en Ourense. El remolino sobre el césped de la plaza de Cadarso de la capital gallega en homenaje a los más de cincuenta miembros de la universidad expulsados entre 1936 y 1945 o el "Venus do Miño", emplazado en las termas de A Chavasqueira de Ourense, son dos de sus obras que graban, al igual que las de los escultores anteriores, las siete letras del nombre de la provincia más allá de sus confines.
