Durante los dos últimos años y a través del máster Erasmus Mundus becado por la UE, el ourensano Guillermo Suárez cursó un año en la Universidad de Stuttgart, Alemania, y otro en la Universidad de Lorraine, Francia. En este segundo curso adquirió una importante experiencia práctica. Durante 10 días trabajó en la República Checa en el reactor Compass y más tarde en el Instituto CEA francés donde tomó contacto con el ITER, el reactor en construcción "dirigido firmemente a producir energía en cantidades comparables a un reactor de fisión moderno".

Los cuatro últimos meses de máster los pasó desarrollando su tesis, un trabajo de investigación "propio y original", apunta Guillermo, "dedicado a investigar ciertas partículas metálicas que aparecen cuando las paredes del reactor son erosionadas, debido a las altas temperaturas que alcanza el combustible".

Para predecir el comportamiento de dichas partículas desarrolló su propio código informático "y comparé mis resultados con experimentos realizados en un reactor alemán". El rendimiento fue tan bueno que el jurado le otorgó el "Summa Cum Laude", que es el mayor honor que se puede dar a un título superior.

Los próximos tres años trabajará en el Max Planck, uno de los institutos integrado en la Sociedad Max Planck que en 2013 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Su objetivo es continuar en esta línea de investigación y ya está pensando en hacer un postdoctorado en algún centro de "de tanto renombre como este". Cita, por ejemplo, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, que precisamente acaba de proponer un nuevo reactor capaz de realizar la fusión nuclear, más pequeño en tamaño que el ITER pero diez veces más potente.