Aunque contentos por estar de nuevo en la ría de Vigo, Juan Jesús Conde también mostraba su pesar porque teniendo a la familia al lado, no podía verla. Sus obligaciones en las grúas a bordo le impiden abandonar el barco, afrontando las reparaciones diarias y el mantenimiento que requiere una mole de este tipo.
Muchos son los moañeses que a o largo de los años han dedicado su vida a trabajar en las plataformas por el mundo adelante y de esa semilla ha crecido un "ejército" de grandísimos trabajadores que saben sufrir la dureza d e as consecuencias de trabajar en el mar y el sacrificio de no ver a tu familia en muchso meses, peor que se han ganado un lugar destacado y elogiado en el sector de estos gigantes de la construcción submarina.
Pero al menos ayer, Juan Jesús Conde mostraba una sonrisa a bordo, en el puente del "Solitaire", en compañía de sus compañeros de Moaña y entre los 80 tripulantes que, por lo menos hasta ayer, estaban a bordo. dispuestos, después de una jornada de trabajo con reparaciones que afrontar, a disfrutar de una cena en el comedor del barco, con las vistas de las islas Cíes de fondo.
