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Un moañés en China

"Ahora mismo estamos casi de vuelta a la normalidad", explica Ian Costas Cancelas, que reside en Chongqing y que transmite optimismo para España "si las cosas se hacen bien"

El moañés muestra a la población de China con protección.

Llegó a China en septiembre para trabajar en el municipio de Chongqing, en el centro del país, como profesor en una academia de inglés, y la epidemia convertida después en pandemia, empezó a asomarse en el país asiático con epicentro en Wuhan, a casi 900 kilómetros de su ciudad, al poco tiempo, en diciembre. A principios de febrero se decretaron medidas de confinamiento "y ahora mismo estamos casi de vuelta a la normalidad", asegura el moañés Ian Costas Cancelas, de 26 años. Añade que de vez en cuando aparecen un par de casos "y algunos locales cierran por miedo a los rebrotes, pero exceptuando eso, todo está como antes". Estuvieron mes y medio de confinamiento, desde el 9 de febrero, saliendo solo de casa una vez cada dos días, y con una cartilla cuyas entradas y salidas se sellaban en la comunidad de edificios en donde reside.

Añade que la vuelta a esta casi normalidad no fue de repente, si no gradual: "Empezaron a dejar de controlar un poco cuántas veces salíamos de casa, pero echaban un ojo. Si te veían salir demasiado te avisaban y de vez en cuando pedían la carta de salidas y entradas selladas". Costas relata que al principio pocas tiendas abrían y había obligación de tomarte la temperatura, luego, poco a poco, esto fue desapareciendo y ahora "solo algunos locales más grandes y bares lo siguen haciendo".

En el país siguen también algunas precauciones, como llevar mascarilla para acceder a algunos establecimientos o edificios, "pero no todos y cada vez menos". Le gustaría trasladar un mensaje de optimismo "claro, si se hacen bien las cosas, se respetan las medidas y se es solidario con los demás. El virus se puede controlar relativamente rápido como aquí, lo que no puede ser es que, como siempre, los que tengan dinero puedan hacer lo que quieran. Hablo de las grandes empresas que buscan siempre el beneficio, incluso en estas situaciones e intentan encontrar cualquier recurso legal para seguir produciendo ". Matiza que no todos son así y que le han llegado noticias desde Moaña de un amigo que tiene un bar y el dueño del local le dijo que en estos momentos no se preocupara de pagar la renta:" Con gente así hay que sacarse el sombrero ".

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Este joven profesor, que sigue trabajando en China, tiene claro que si" todos arriman el hombro, seguro que la situación se pone mejor pronto, pero hay que tomárselo muy en serio. Aquí el Estado es diferente. Se hicieron las cosas bien desde arriba, pero la gente de a pie también. Desde abajo estuvieron siempre muy concienciados y eso evidentemente ayudó. Hay que imaginarse lo que ocurriría en un área como esta con 30 millones de habitantes que nadie hiciera caso", concluye.

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