La pantalla del Centro Social do Mar solo tiene cabida para unas 80 (22 dentro de la Sección Internacional) pero el Festival Internacional de Curtametraxes de Bueu no se olvida de ninguno de los 2.147 trabajos que en esta edición han optado a entrar en la programación. A la estela de otros festivales de prestigio, Bueu acomete por segundo año el Mercado da Curtametraxe, una iniciativa que facilita a los profesionales del medio (productores, exhibidores y distribuidores, principalmente) el visionado de todas estas obras, permitiendo que algunas de ellas puedan obtener su Ánfora de Oro particular en forma de distribución en los mercados o exhibición en otros festivales similares.

"É unha idea que funciona noutros festivais máis grandes, gustounos e o ano pasado funcionou bastante ven. Por iso repetimos", afirma el director del FIC Bueu, Manuel Pena, a la vez que explica que el público principal al que se orienta es el de "persoas vinculadas a festivais e colectivos que buscan obras para programar nos seus eventos". La sorpresa en la primera edición fue, no obstante, la de los directores. "Os propios cineastas invitados pasáronse polo espazo para ver determinadas curtas nas que tiñan interese ou algunhas da propia programación que non podían ver porque non estiveron aquí toda a semana", relata.

De este modo, se ha habilitado un espacio dentro del Museo Massó para que, en horario continuado (de 10 a 20 horas) se tenga acceso a todo el catálogo del festival a través de tres ordenadores y previa solicitud de una acreditación. La organización ha elaborado un documento de consulta para poder ver el listado de obras, organizado por país, género y duración.

Perfil variado

El Mercado da Curtametraxe arrancó ayer y permanecerá abierto hasta el viernes con la idea de poder revivir el mayor número de obras posibles. "O importante destas curtas é que se vexan", subraya Pena. El perfil de las personas que se acreditaron el año pasado fue muy variado, con programadores, distribuidores e incluso algún productor en busca de talentos emergentes. Pero tampoco faltaron periodistas ni los propios cineastas, alguno de ellos incluso sin tener presencia en el festival. "Os cineastas amosáronse encantadísimos coa iniciativa e aproveitan non so para ver as curtas do festival, senón tamén para ver outras que son difíciles de conseguir no circuito internacional porque non están en ningunha plataforma", manifiesta. Ayer cuatro de los invitados del FIC 2018, el guionista Curtis Cole ( Dependent), el actor Jeremie Petrus ( Vihta), la directora Zara Dwinger ( Sirene) y la colorista Marine Blin ( Fool Time), se pasaron por el lugar.

Manuel Pena asegura que no se ha hecho ninguna estimación del impacto que ha tenido este mercado para colocar cortos en otros festivales, pero no descarta que en el futuro se pueda hacer.