Un mes después de activar la temporada de alto riesgo de incendios forestales, operarios contratados por la Xunta se afanan en la tala de especies pirófitas y el desbroce de maleza en las márgenes del Corredor do Morrazo. "Y aún queda mucho por hacer", señalaba ayer un miembro del operativo, que se ve obligado a cortar el tráfico rodado cada vez que derriban un ejemplar con riesgo de caer sobre la calzada. Los trabajos se desarrollan en pleno ecuador del verano y tras un informe de Protección Civil que alerta de lo "extremadamente peligroso" de la vegetación para favorecer que se propague el fuego, pero también por impedir la visión de muchas señales de tráfico. La que indica la salida hacia Bueu y Cangas por el Alto da Portela, en las proximidades del túnel de Coiro -donde trabajaban ayer- es una buena muestra de esa situación.

Los desbroces se llevan a cabo desde hace varias semanas en la margen derecha de ese tramo, donde todo el trecho está balizado y hubo que cortar la circulación en momentos puntuales, aunque hasta ahora no se han producido retenciones importantes. "No es que echemos mucho tiempo aquí, pero esto también se pudo hacer sin esperar al verano", reprocha un repartidor de materiales, que al mismo tiempo agradece "que la meteorología ayuda a que esto no esté saturado de coches a las playas".

Los principales problemas por la invasión de especies vegetales pirófitas "moi desarrolladas" se situaban entre el viaducto de Ameixoada, en el límite con Moaña, hasta el túnel de Coiro, donde se detectó una "concentración altísima" en un tramo central de aproximadamente 1.500 metros de longitud. "Esta vexetación ten nalgúns puntos continuidade física entre ela, o que resulta extremadamente perigoso en caso de incendio", señala el informe de Protección Civil previo a la intervención.

La tala se centra en las falsas acacias, mimosas y eucaliptos, algunos de cuyos ejemplares se inclinan sobre la carretera con el consiguiente peligro de desprendimiento y, en caso de incendio, de actuar como propagadores del fuego hacia la otra margen, como ya sucedió hace dos años. En algunos puntos, los taladores precisan escalar por la ladera o descolgarse con cuerdas para hacer su trabajo.