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Día Internacional del Libro · Un oficio que resiste

La centenaria ave Fénix literaria de Bueu

Los orígenes de la Librería Miranda se remontan a 1916, en uno de los cafés emblemáticos de la localidad

Una imagen antigua del primigenio bar Fénix. // Archivo familiar

Hoy se conmemora el Día Internacional del Libro, una fecha que es una celebración de la cultura y que en los últimos años es también una muestra de resistencia de un sector que, afortunadamente, resiste y no quiere desaparecer. En el mundo tan "tecnologizado" y digitalizado mantener abierta una librería es poco menos que una odisea o una aventura de alto riesgo. Aún quedan románticos e historias que merecen ser contadas, como la de la Librería Miranda de Bueu. Un establecimiento centenario... aunque en realidad no siempre haya sido librería.

La historia comienza allá por 1916, cuando Francisco Miranda, vecino de Bueu y retornado de la emigración en Argentina decide abrir un bar. Había trabajado en el ambigú del Casino de Bueu, que en aquel entonces estaba en la Calle del Príncipe [hoy Eduardo Vincenti]. Cuando optó por establecerse por su cuenta todo el mundo le auguraba que el negocio no iba a durar mucho, que pronto tendría que cerrar... "Mi abuelo tenía que ser una persona con cierta cultura porque decidió que el local se iba a llamar Bar Fénix, como el ave mitológica que resurge de sus cenizas", cuenta su nieto Fernando, que es el actual responsable de la librería.

Desmintiendo a los agoreros y dando la razón al empeño de Francisco Miranda el establecimiento sí que funcionó y durante décadas fue un lugar de encuentro y de referencia en el municipio. En la década de 1950 se hicieron cargo del negocio su hijo y su nuera, José Asdrúbal Miranda [ya fallecido] y Carmen Estévez, padres de Fernando. El Fénix fue de los primeros bares de Bueu que tuvo una televisión y un billar. "Era una mesa de billar francés, de las de tres bolas para hacer carambolas", recuerda Miranda. Inicialmente la entrada al bar estaba en la esquina de Eduardo Vincenti, donde hoy se encuentra una frutería. Con el tiempo el negocio se amplió, llegando hasta donde hoy está la librería. "Venía la gente de la pensión Fazanes [donde ahora está la sede de Abanca] a desayunar, sobre todo por los bizcochos de mi madre. Además era la parada de taxis: como no tenían cabina de teléfono la gente que quería un taxi llamaba al bar y desde el interior se avisaba al taxista que estaba en la fila", cuenta.

El cambio a librería se produce casi de casualidad, en el año 1978. "Un día vino al bar un primo que trabajaba en el entonces Banco Central y el director de la entidad. Estaban buscando un local para abrir una oficina en Bueu y mi padre les ofreció una parte del nuestro", recuerda Fernando. La oferta sorprendió a los representantes del banco, conscientes de que el Fénix era un negocio rentable. "Lo primero es la salud", les respondió José Asdrúbal Miranda. No era una broma: un bar obligaba a una vida esclava y durante toda su vida fue un fumador pasivo. "Hasta que abrieron la librería mis padres nunca comían juntos, siempre había uno en el bar", recuerda Fernando.

Sus padres alquilaron una parte del bajo para el banco y la otra la reservaron para sí, para abrir una librería que también era kiosko, droguería y la juguetería en la que los Reyes Magos hicieron durante años sus encargos para los niños y niñas de Bueu. El local actual aún conserva el pavimento de baldosas del bar y algún que otro elemento del antiguo Fénix. La tercera generación la representa el propio Fernando Miranda, que se hizo cargo del negocio en septiembre de 1991, con apenas 18 años y después de "convencer a mi padre de que yo no quería seguir estudiando". Por aquel entonces ya llevaba tiempo ayudando a su progenitor y sabía lo que quería hacer.

Ahora cuenta con la ayuda de su sobrina Maribel y han conseguido convertir la Librería Miranda en uno de los principales dinamizadores culturales del municipio gracias a sus continuas actividades y presentaciones de libros. "Eso de que somos un dinamizador es algo que nos dice mucha gente y para nosotros es como un combustible para seguir adelante, para seguir trabajando". afirma. El combustible que alimenta el fuego interior de un ave fénix ya centenario.

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