Decenas de personas se agolparon ayer en el atrio de la iglesia parroquial de Aldán para asistir, un año más, a la tradicional Danza de San Sebastián, un acto que se repite cada 20 de enero al menos desde hace 335 años. Tras la misa solemne celebrada a mediodía los diez galanes y cinco damas interpretaron este baile engalanados con los trajes típicos. Destacaba la vestimenta femenina, con largas faldas blancas, numerosos broches y el famoso sombrero con una composición foral y del que cuelgan largas cintas de colores.

A diferencia del año pasado, en esta ocasión el tiempo respetó y el sol, que apareció sobre Aldán tras semanas de nubarrones, acompañó durante la mañana a las damas y galanes. Partieron de la iglesia, andando de espaldas y danzando, siempre dando la cara a las tallas de San Sebastián y la Virgen del Carmen. Tras rodear el templo se pararon ante las imágenes en un lateral de la iglesia para realizar el baile, que comienza con las cinco damas en el medio de los diez galanes. La coreografía, acompañada de la música de una gaita y un tamboril, consiste en que cada dama, con sus dos acompañantes, pasen a través del resto de danzantes. El cambio de formación es una constante en todo el baile. Los participantes siguen la pauta marcada por un guía. Las castañuelas que hacen sonar los galanes son un elemento importante en la musicalidad de toda la escena.

Uno de los últimos pasos, y de los que suscitaron mayor curiosidad entre los presentes, muchos de los cuales se armaron de cámaras de fotos y de vídeo para inmortalizar el evento, fue la rueda que realizan las damas mientras los galanes mantienen la formación.

La danza finalizó nuevamente ante la puerta de la iglesia, cuando las campanas empezaron a sonar y los fuegos anunciaron a todo Aldán que la tradición estaba cumplida un año más.

Tras el baile llegaba el turno de los aplausos y felicitaciones. Tanto vecinos como algún que otro visitante trataban de inmortalizar el momento haciéndose fotos con los participantes, sobre todo con las damas, cuyo llamativo vestido les hacía estar muy solicitadas.

Esta danza en honor a San Sebastián es una tradición secular que, sin embargo, goza de buena salud de cara al futuro. Al menos eso se desprende atendiendo al relevo generacional que se produce poco a poco. Ayer fueron cuatro los bailarines nuevos, todos ellos muy jóvenes: Ángel Iglesias, Cintia Fernández, Sara Díaz y María Menduíña.

"Anoteime hai varios anos porque me gusta o baile tradicional e este ano me chamaron. A verdade é que non estiven nerviosa. Ensaiamos catro días antes da danza de hoxe", explicaba Menduíña tras la sesión de la mañana.

El más joven

Ángel Iglesias, por su parte, solo tiene 16 años y pasa por ser el galán más joven. "Sempre me gustaba ver esta tradición e por iso me anotei. Estaba algo nervioso pero saiu todo ben", apuntaba junto a su familia.

Por la tarde el baile se volvió a repetir en el mismo escenario y en la alameda de la parroquia.