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Los Increíbles

Muchas familias salen cada día a plantar batalla en primera línea, aunque les toque volver con el miedo a casa

Manuel González Chedas y Lucía Torrado, junto a sus hijas.

Mamá, ¿15 días más? La pregunta de Alma, que acaba de cumplir seis años, sorprendió a sus padres. La niña jugaba de forma despreocupada mientras ellos seguían por televisión la comparencia del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en la que se confirmó la ampliación del estado de alarma. "Intentas no preocuparlas, pero sí que notas que preguntan mucho más cuando uno de nosotros va a trabajar, y eso que están acostumbradas a que faltemos 24 horas de casa", explica Lucía Torrado, integrante del servicio de Emerxencias de A Estrada. Como todos los niños que soportan de forma sorprendente y admirable el confinamiento que estos días les priva de jugar con sus amigos o de ir al parque, Alma es una superheroína. Comparte el secreto con su hermana, Leire, o con su amiga Aroa. Simulan normalidad haciendo un puzzle o saltando en una cama elástica. Sin embargo, estas familias de A Estrada llevan bajo sus ropas el traje de Los Increíbles. Su superpoder es estar al servicio de combatir el coronavirus desde la primera línea, con el miedo atascado en la garganta, pero con el arrojo de quien cumple una misión en beneficio de todos.

"Las noto más inquietas ¿Y papá donde está? ¿ Viene mañana? Al final es inevitable que hables del tema, que comentes cosas. Piensas que están abstraídas pero graban", reconoce Lucía Torrado. Tanto ella como su marido, Manuel González Chedas, trabajan en la unidad estradense de Emerxencias. Sus turnos no acostumbran a coincidir, de manera que tienen un poco más fácil afrontar este tiempo de confinamiento, ya que al menos uno de los dos está en casa con sus hijas, de 6 y 4 años.

"Lo llevamos un poco más inquietos porque esto es algo desconocido aunque, realmente, es otro peligro más al que te expones. Todos los días estamos expuestos a peligros y siempre piensas en tu familia, en si te pasa algo? ahora quizás un poco más porque ya no es que te pase a ti o a tu marido, es que lo puedes traer a casa", indica esta estradense. La pareja está acostumbrada a tener un trabajo en el que los riesgos son parte del equipo pero reconoce que esto es algo nuevo, a lo que enfrentarse con la incertidumbre de que "nadie te puede decir cómo se va a comportar esto".

Lucía Torrado reconoce que hace unos meses hubo bastantes traslados sanitarios de personas afectadas por bacterias multirresistentes. "No es esto pero, bueno, también tenía su peligroporque que te metas en un hospital y no haya antibiótico que te funcione, te expones a una sepsis? Si no lo haces bien, también te lo traes para casa", indica. Sin embargo, reconocen en el caso del Covid-19 la situación es diferente "porque se contagia mucho más fácil y tiene un rango de contagio mucho mayor".

"Antes a lo mejor llegabas y te duchabas en casa. Ahora, antes de salir del trabajo, nos duchamos, aun cuando después de cada descontaminación vas a la ducha. Por si alguno de nosotros está asintomático -aunque mantenemos las distancias y cuidamos de desinfectar superficies y demás-, antes de marchar te pegas una ducha. Todas las precauciones son pocas", indican. Después de cada caso y de desinfectar la ambulancia, el equipo hace una descontaminación y retira cuidadosamente el EPI, con posterior ducha y ropa a la lavadora, quedando listo para la siguiente intervención o para irse a su domicilio.

Esta familia abordó desde el principio el tema del coronavirus, apoyándose en cuentos para explicárselo a las niñas. Procuran no hablarles mucho del tema para no preocuparlas pero sí que notan que las pequeñas preguntan mucho más "cuando uno de nosotros va a trabajar". Saben que, por su empleo, su padre y madre tienen que trasladar al hospital a personas afectadas por el coronavirus que las mantiene recluidas en casa. "Lo hablamos sin profundidades, sin atormentarlas, pero igual que le decimos que vamos a los accidentes, a los incendios... como algo natural pero sin mucho detalle, sin explicar riesgos", narran.

En la misma situación se encuentra Lucía Calviño, compañera de Torrado y González en Emerxencias de A Estrada. En su caso, su marido es agente de la Policía Local, de manera que ambos salen de sus casas para hacer frente a esta pandemia. Cuando se anunció que se iba a declarar el estado de alarma valoraron la situación y decidieron trasladarse a casa de la madre de Lucía, en Moreira, para lograr conciliar que ambos tengan que seguir al pie del cañón con el hecho de que su hija Aroa no tenga colegio. Varios miembros de la familia están en la primera línea contra este virus, así que no tenían muchas opciones. "La madre de Lucía es relativamente joven, acaba de jubilarse. Hablamos con ella y encantada. Nos fuimos todos para allí,", explica Ventura García.

La pareja comparte días de trabajo y también de preocupación. "Lo que más miedo nos da es traerlo [el virus] para casa, que lo cojan mi suegra y la niña", apunta este agente municipal. "Después, en el trabajo te preocupa cogerlo, claro que sí, y tomas todas las medidas -y alguna más todavía-, pero vamos a trabajar, dentro de la gravedad que tenemos ahora mismo, tranquilos", continúa. "Tratas de guardar siempre la distancia con la gente; en los coches andamos siempre solos y los desinfectamos antes de entrar a trabajar. Se están tomando muchas medidas pero el miedo siempre lo tienes", confiesa.

"Ahora nos duchamos siempre antes de venir y la ropa del trabajo se lava todos los días, ya sin meterla en casa", indican. Aroa ya está acostumbrada al trabajo que desempeñan sus padres "y lo lleva bastante bien", con la ventaja de que el confinamiento puede hacerlo ahora en una aldea, disfrutando de un poco de aire libre en medio de toda esta tormenta. "Echa de menos a sus amigos, jugar con ellos y el colegio, pero lo lleva bastante bien", indican. No notan que la pequeña pregunte más ahora por su trabajo. "En ella es habitual preguntar a quién hubo que llevar en la ambulancia". Su pregunta encuentra una respuesta eufemística. "Vemos las noticias pero no las solemos poner cuando está ella", apuntan. La conciencian de la importancia de lavarse mucho las manos estos días. "No es necesario entrar en detalles, para que no se coma el coco ni sienta miedo", estiman.

Alma, Leire y Aroa no llevan un traje rojo bajo la ropa. Sus padres, tampoco. Sin embargo, esta pandemia les marca con la "I" de Los Increíbles. Ante esta crisis sanitaria hay muchas familias como la suya, de superhéroes que no visten capa ni tienen poderes especiales, pero que responden cada día al miedo con encomiable valentía.

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