El próximo mes de junio Lalín perderá a uno de sus referentes culinarios en la parroquia de Botos. El restaurante A Ponte echa el cierre después de 38 años ofreciendo una comida casera y sabrosa de forma ininterrumpida, y por el que ha pasado una variopinta clientela. María Dolores Currás Miguélez -Lola para todos- es la fundadora y auténtico "alma mater" de este establecimiento dezano tan emblemático.

-¿Cuál es la razón para tener que dejar ahora el restaurante?

-Acabamos en junio porque por desgracia mi hija no puede continuar el negocio por problemas de salud. Además, mi marido ya está jubilado y está desesperado esperando por mi (risas). Lleva años jubilado y el pobre no para de recordármelo. El restaurante lo abrimos nosotros porque nos casamos muy jovencitos y emigramos como la mayoría de los españoles en aquel entonces. En los años 70 estuvimos en París y después de trabajar allí una larga temporada fue cuando empezaba a ir para arriba el polígono aquí en Botos. A raíz de eso, mi padre era un hombre al que le gustaban mucho las casas y siempre estaba diciendo que había que construir una. Levantamos la casa, abrimos el restaurante y a romper el cuerpo aquí, como quien dice. Es un trabajo muy esclavo. Yo recuerdo que cuando abrimos hacíamos bodas y todo. Trabajamos muchísimo.

- ¿Cuál ha sido la mejor época del local?

- Si te digo que la mejor época está siendo la actual cuando vamos a cerrar, seguro que no me lo vas a creer. Te puedo decir que llevamos como unos tres años trabajando mucho. De todas formas, también tuvimos muy buenas rachas cuando fue lo del AVE o lo de la autopista. Te estoy hablando de épocas con un mundo de gente entrando por la puerta del restaurante. Ahora mismo trabajamos mucho al mediodía porque yo en estos momentos no hago más que menús y nos va bien. El fin de semana sólo trabajo por encargo.

- ¿Cuál es el cliente tipo de un restaurante como A Ponte?

- Nosotros solemos tener de siempre gente trabajadora. Lo que yo llamo plato obrero y, como te decía, en los fines de semana la cosa suele cambiar porque en esta época del año es habitual que haya gente que te encargue 20, 30 o 40 cocidos y por encarga hacemos lo que surja. Date cuenta de que nosotros tenemos una gran variedad de platos en el menú pero siempre de cocina casera, la de toda la vida. También preparo mucha caza en temporada y evidentemente cocidos, por supuesto. Es una cocina que ahora no existe prácticamente porque la cocina actual está en manos de los chicos de las escuelas de hostelería y es otra cosa distinta.

- ¿Qué tienen pensado hacer con el local tras el cierre? ¿Le gustaría alquilarlo para que alguien pudiera seguir con el negocio?

- Si no aparece nadie que me lo coja, pues evidentemente se cerrará. De todas formas, me gustaría que lo cogiera alguien, que trabajara mucho y que siguiera funcionando. Para mi sería una alegría poder pasar por aquí y decir: ¡Mira qué bien trabaja mi negocio de toda la vida!.

- ¿Cuál es el mejor recuerdo que se lleva de estos 38 años?

- Es difícil, pero quizás cuando comenzamos en aquellos primeros años con aquellas bodas que se organizaban en el restaurante. Supongo que es normal que cuando empieces lo hagas con una ilusión muy grande. Además, fueron bodas de gente a la que conocías y que en algún caso querías y pienso que fue algo muy bonito. Una boda siempre es una celebración bonita y creo que me quedaría con el recuerdo de todo aquello que vivimos.

- ¿Tiene pensado hacer algo especial con motivo del cierre como una fiesta de despedida?

- Supongo que algo habrá que hacer pero ya metidos en el final de todo. El día del cierre seguro que será el mejor para hacer algo especial porque de aquí allá todavía queda mucho que trabajar, afortunadamente. Pienso que seguramente celebraremos un San Juan diferente al de otros años por ser el último con el local abierto. Pero ya te digo que aún queda para que llegue ese día.