La Lavandería Elegante vuelve a la normalidad tras un mes de aquel incendio que causó problemas en el interior de la nave situada en el Polígono de Toedo. Después del incidente, Olga Iglesias, una de las gerentes junto con su hermano Toni Iglesias, hace un balance positivo, aún con el miedo a que vuelva pasar. Lo más positivo que resaltan es la solidaridad de otras empresas de su sector y también señala que la comprensión de sus clientes, a pesar de los daños causados "fue brutal".
Durante el pasado mes, los trabajadores estuvieron entre Nigrán y A Estrada para poder quitar el trabajo adelante. La Lavandería Plaza de esta localidad fue una de las primeras en ofrecerse a ayudar, junto con otras como la de Silleda, pero al ser locales más pequeños se decantaron por la de Nigrán. "Escogimos en la que mejor nos podríamos acoplar, pero quiero resaltar que tuvimos varias que se ofrecieron a ayudar", explica Iglesias. La Lavandería Plaza fue fundamental "sin ellos no hubiésemos sacado el trabajo adelante". Es una lavandería mucho más grande que la estradense, tiene dos plantas y una de ellas se la cedieron para que pudiesen llevar a cabo su trabajo. "Es otro mundo, nos acoplamos muy bien y dimos hecho todo perfectamente. Se portaron genial", afirma la gerente de Elegante. Aunque señala que fue un mes caótico, pudieron llevar a cabo todo el trabajo a galope entre los dos concellos.
Tras el incidente había que recuperar todo cuanto antes para volver a la normalidad. Fontaneros, electricistas, pintores y demás trabajadores requeridos para la rehabilitación se pusieron manos a la obra y en menos de 20 días pudieron volver a la rutina desde su nave. Fue un trabajo bajo presión, "no nos podemos quejar, se portaron todos muy bien con nosotros y lo hicieron muy rápido", afirma. Casi pudieron arreglar todos los aparatos dañados, a excepción de una secadora que ya estaba vieja. Lo que tuvieron que cambiar fueron los programadores de las secadoras que se derritieron por el aumento de temperatura que se produjo durante el incendio. "Dentro de lo malo, tuvimos toda la suerte del mundo", resalta. Las obras realizadas en el interior, entre el arreglo del suelo, pintura, maquinaria y demás, supusieron un coste de unos 80.000 euros. En el incendio se quemaron 15 carros de ropa, lo que supone un gasto de más de 20.000 euros para reponérsela a los clientes que fueron muy comprensivos con su situación. "Tengo una clientela fantástica, entendieron a la perfección la situación e incluso llegaron a ofrecerme dinero para que contara con ellos", comenta Olga Iglesias.
Tras la vuelta a la normalidad solo les queda trabajar aunque señala que el miedo sigue estando presente. "Ahora con esos trapos lo que hacemos es secar y doblar; nada de que se queden ahí para llevar otro susto. Tenemos mucho miedo, siempre estamos pendientes de cerrar el gas, que siempre lo hacíamos, pero ahora te rayas un poco más en que quede todo bien para que no vuelva a suceder lo mismo. Supongo que será la fobia que queda tras lo sucedido", cuenta. Además, añade que la imagen de la lavandería el primer día "es muy duro". Llevo aquí desde los 18 a los 40 que tengo y duele mucho ver como quedó tras el incendio", relata.
De todo hay que sacar el lado positivo, así lo afirma Iglesias: "No tenemos mucha queja, nos pudimos haber quedado sin nada, además no hay mal que por bien no venga, hemos hecho la reforma que teníamos en proyecto para unos años", afirma. Además, cuenta con nueva equipamiento, un tren de planchado que por suerte les fue entregado semanas después de este incidente.
