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Los cazadores demandan a la Xunta quemas controladas para garantizar conejo y perdiz

La sociedad cinegética de Dozón lleva dos años pidiendo, sin éxito, estas medidas -Las repoblaciones de caza menor arrancan con la amenaza de la gran densidad del zorro

Una suelta de perdices en montes de Lalín, años atrás. // Bernabé/Luismy

En los meses de invierno tocó sembrar cereal y ahora, con la primavera a las puertas, las sociedades de caza se centran en sembrar conejo y perdiz para que se aclimaten con tiempo suficiente al monte, de cara al inicio de la nueva temporada de caza, en octubre.

Uno de los principales escollos con los que se encuentran los cazadores para que estas dos especies logren sobrevivir es el estado de los montes. La maleza es un buen escondite para depredadores como el zorro y el jabalí y, además, impide que el sol seque el suelo, con lo que la humedad facilita la propagación de plagas. A diferencia de las quemas controladas de rastrojos por parte de particulares, es la Xunta quien debe realizar estas quemas en montes, siempre que las sociedades cinegéticas las pidan y, normalmente, tras un arduo trabajo de recogida de firmas de los propietarios de esas parcelas.

Pero esa labor de prevención a veces ni llega. "Llevo dos años pidiendo estas quemas, que se pagan con el remanente que queda de la campaña de verano contra los incendios. Pero esas quemas nunca se realizan. En el distrito forestal me dicen que es competencia del Concello, cuando en realidad no es así", se queja el presidente de la Sociedad de Caza de Dozón, José Rodríguez, que sí destaca el buen funcionamiento de la delegación provincial de la Xunta. Ocurre lo mismo en los terrenos cinegéticos de Silleda. El presidente del colectivo, Juan Agra, recuerda que "teníamos aprobadas quemas durante dos años, pero no se hicieron y al final una de las zonas, en el monte de San Sebastián, terminó ardiendo" en la oleada de incendios del puente del Pilar, en octubre de 2017. En esos terrenos, además, no se podrá cazar durante tres años. Las demoras burocráticas a veces provocan que desde la Xunta "nos digan que no se van a hacer esas quemas porque coinciden ya con la época de alto riesgo de incendios", añade.

Lo único que pueden hacer las sociedades cinegéticas son desbroces, esa siembra de cereal y controlar el furtivismo, aún muy presente. Antes de ser liberados en el monte, los conejos pasan por criaderos, sean o no artesanales. Suelen estar en ellos unos 20 días para protegerse de los depredadores. En el caso de Dozón, "soltamos más hembras que machos, porque ellos cubren más territorio". En Lalín algunos ejemplares ya están repoblando los montes, como indica el presidente de los cazadores, Julio Mariño. En cuanto a las perdices, están en los parques de vuelo "y aclimatándose a la comida vegetal". Lalín hará una suelta por parejas "para que nidifiquen y críen. Ya lo hicimos el año pasado y dio muy buen resultado", apunta Mariño. Están pendientes de suelta 184 parejas de perdices.

Mañana sábado Silleda soltará varios ejemplares de esta ave. Dispone de unas 150 parejas. Por su parte, en Dozón suelen hacerse dos repoblaciones: una en febrero, cuando remata la temporada de caza, y otra en agosto. "En agosto soltamos cajas de diez en diez, y en febrero de seis en seis, porque en este mes ya se emparejan y se reparten el territorio", aclara José Rodríguez. La perdiz, como cualquier otro animal, cría en función de su alimento. Si falta cereal, los perdigones echan mano de los saltamontes. Si el año es bueno, hasta puede incubar dos nidos a la vez: de uno se encarga el macho y del otro, la hembra. Pero tiene en su contra que cría en el suelo y que, si hay tormentas, estas afectarán a la puesta.

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