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Cuatro décadas sin cruzar el charco

Dolores Castro López, que emigró a Argentina en 1957, regresa a su tierra natal de Besexos para reencontrarse con tres de sus hermanas después de 38 años sin verse

Sara y Dolores portan una foto de los padres y los siete hermanos en la casa familiar. // Bernabé/Javier Lalín

La esperanza de alcanzar un futuro mejor obligó a muchos gallegos a hacer la maleta y lanzarse a la emigración. Dolores Divina Luz Castro López, natural de la parroquia cruceña de Besexos, también decidió cruzar el charco. Se marchó en 1957 a Argentina y estos días, y por segunda vez, regresó, después de 38 años y con 77 años de edad, a su tierra natal para pasar algo más de un mes con su familia.

Dolores es la quinta de siete hermanos naturales de Besexos. Sus dos hermanas más mayores, Erundina, de 86 años, y Flora, que emigró primero a Venezuela, residen actualmente también en Argentina. Su único hermano, Luis, decidió probar suerte en Francia, Amabelia vive en Santiago de Compostela, Rosaura, en Larazo y Sara, en Besexos. Dolores estará por Galicia hasta el 5 de agosto y llegó al aeropuerto de Lavacolla la semana pasada. Viaja a través del programa de la Xunta de Galicia Reencontros na casa 2018. "Tuve que abonar el 40% del viaje, si eligiese octubre, me saldría gratis, pero preferí venir en el verano", cuenta Dolores.

Su hermana Sara, que vive en la casa familiar, situada en el lugar de Castro, en Besexos, en dónde está estos días Dolores, contaba ayer con emoción como fue el recibimiento en el aeropuerto. "Estaba deseando darle un abrazo y no me lo creía. Su llegada fue muy emotiva. Dolores me lleva siete años y me acuerdo mucho de ella, porque era la que me peinaba, la que me cuidaba... y guardo muy buenos recuerdos de cuando éramos pequeñas".

Dolores también derrochaba ayer mucha alegría. "Estoy encantada de la vida y sorprendida del gran progreso que hubo aquí". A esta emigrante le llama la atención las autopistas y "que las casas estén tan bien acondicionadas", además le resulta extraño la gran cantidad de vegetación que rodea a la zona. "Hay muchos árboles, antes desde aquí se podía ver Vila de Cruces, yo iba caminando, y creo que hoy en día me perdería" El pueblo de Cruces, según ella ha crecido muchísimo, algo de lo que se siente feliz afirmando "que me marcharé enamorada del cambio que ha dado todo esto".

Con 16 años Dolores decidió emigrar a Argentina para labrarse una vida mejor, ya que aquí en Galicia no había muchas posibilidades. "Me marché un 17 de diciembre de 1957 en el barco Alcántara y llegué a Argentina el 3 de enero de 1958. Pensé que no llegaba. Pasé un viaje malísimo, vomitando y tuve que pasar gran parte del trayecto en la enfermería", recuerda Dolores como si todavía fuese ayer. Allá tenía a una tía abuela y su hermana mayor, a dónde se trasladaría después su otra hermana.

Los inicios no fueron fáciles. "Entré a trabajar en una empresa textil y allí estuve durante once años, después cosía desde casa, mientras cuidaba de mi hija que nació en los años 70", añadiendo que "fuimos ricos en salud, pero no en dinero, tuvimos que trabajar y luchar mucho, pero sin conseguir una riqueza". Fue precisamente gracias a su única hija, que es docente, por quien se decidió apuntarse a este viaje, ya que hacía 38 años, y tras una única vez, que no volvía al lugar que la vio nacer. Su hermana Erudita volvió a Galicia dos veces y Flora, una.

Fue allá en Argentina en donde encontró el amor de su vida. Se casó con un gallego, natural de la parroquia de Santalla de Agrón del municipio de Melide (A Coruña). Él falleció hace tres años.

Gracias al programa Reencontros na casa 2018 regresaron a la comunidad gallega más de un centenar de emigrantes procedentes de países como Argentina, Uruguay o Venezuela.

Estos días Dolores los pasará con los familiares que tiene repartidos por distintas zonas, quebrantado de esta forma la barrera de la distancia, que a pesar, de que hoy en día las nuevas tecnologías permiten sobrellevar esa gran morriña, no hay nada que supere a un abrazo, y mucho menos una pantalla.

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