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El monasterio de los quemados de Bermés

La existencia del cenobio fue aseverada por historiadores, desapareció a causa de un incendio, y se regía por los estatutos del cenobio de Carboeiro, en Silleda

Detalle de la iglesia parroquial de Bermés. // Bernabé/Gutier

Jesús Vilariño, en un artículo publicado en el periódico El ancoro: diario católico de Pontevedra, el 26 de Agosto de 1897, confirma la existencia en Bermés de un monasterio de monjes Bernardos, según noticias sacadas de un antiguo foro, monasterio que desapareció a causa de un incendio y del que no queda ningún vestigio material. En este foro aparecen aforados los bienes que pertenecían al monasterio y cuyas rentas percibían los familiares de Antonio Taboada, exalcalde Lalín. Era un monasterio de pequeñas dimensiones, adherido a la iglesia por la parte Este. El monasterio estaba agregado y se regía por los estatutos del Monasterio de Carboeiro.

En el artículo, Jesús Vilariño intenta demostrar la existencia de este antiquísimo monasterio del que no se conservan restos ni noticias escritas: La conservación de unos antiquísimos foros escritos en pergamino que existen en Bermés, ayuntamiento de Lalín, prueba la existencia en tiempos remotos de un monasterio de monjes Bernardos, cuya iglesia era la que hoy sirve de parroquial en dicha feligresía. Se denominó de los Quemados después de su total extinción, que fue debida a un voraz incendio producido por manos criminales o enemigas de la iglesia. Es de lamentar que un rústico aldeano de aquella parroquia, en posesión del cual se hallan aquellos curiosos y antiguos documentos, no haya querido escuchar nuestros ruegos y fundar en nosotros confianza suficiente para permitirnos la lectura de los legajos pertenecientes al edificio que en otro tiempo fue gloria de esta tierra y demuestra la importancia que en épocas no muy lejanas tuvo este país, tan olvidado y maltrecho por la punible indiferencia de que es objeto por parte de sus representantes en Cortes.

Dirán nuestros lectores que de poco importa el conocimiento de pasadas grandezas si estas ya no existen. A los que tal afirmen les contestaremos que nadie hay que no se vanaglorie con la magnificencia y suntuosidad de un religioso edificio que fue obra histórica del arte cristiano y deja en nuestra memoria reminiscencias de la atención y preferencia que en épocas más venturosas mereció a los religiosos de San Bernardo este al parecer infortunado país. Y ya que no podemos rasguñar algunos apuntes describiendo en la medida de nuestras escasas fuerzas el orden arquitectónico del monasterio porque no existe siquiera rastro de pared, ni de la planta del edificio, ni quedó el menor vestigio material, contentarémonos con emitir alguna noticia trasmitida por la tradición o sacada directamente del foro.

Este se denomina y encabeza: FORO QUEMADO DEL CONVENTO DE SANTA MARÍA DE BERMÉS y en él aparecen aforados los bienes que pertenecían al mismo, cuyas rentas perciben aun en el día, los supervivientes familiares de Antonio Taboada, exalcalde de Lalín. En el mismo foro se hace expresa mención de la obligación de pagar de renta anual a una casa un real para ayuda de la maja de mieses y de entregar además una gallina cocida. Esta última obligación fue redimida y permutada con otra, la primera aun subsiste.

Sentimos no poder exponer en estos apuntes la fecha exacta en que el referido convento dejó de existir o fue presa de las llamas. Algunos vecinos de Bermés refieren que su destrucción data del año 1834, pero esto no es cierto porque entonces ¿Quién duda que existirían testigos contemporáneos de la ruina del convento? Además, el dueño del foro en cuestión afirma ser muy anterior a esta fecha la constitución del foro. Nos parece más prudente creer que la desaparición del monasterio tendrá lugar, cuando más tarde, en las revueltas y trastornos ocasionados durante el reinado de Carlos III, con motivo de la expulsión de los Jesuitas, de los dominicos y posesiones de España. Más si nos atenemos a la época en que el foro fue escrito y si desde ella, data la desaparición del monasterio, no es posible fundar en esto solo la fijación de la fecha en que fue destruido el edificio, porque se ignora a punto fijo la fecha del documento.

El extinguido monasterio de muy cortas dimensiones, a juzgar por las razones que dejamos apuntadas, esto es, porque si hubiera sido grande el edificio, no se habrían extinguido tan completamente sus ruinas; estuvo adherido a la actual iglesia parroquial, también de pequeñas dimensiones, por la parte Este.

Así, lo confirman los vecinos de Bermés y lo prueba la existencia en la parte central del presbiterio de una columnata, adosada en su coronamiento y en su zócalo con adornos arquitectónicos de una época remotísima. La iglesia de Bermés, que es una de las más vetustas de Deza, indica evidentemente ser iglesia de convento.

La caprichosa labor del cornisamento interior y exterior y las columnas laterales del presbiterio, con sus raros arquitrabes y pedestales, dan una prueba bien palmaria de su antigüedad. Cuatro cuerpos de fabulosos animales, a cada dos de los cuales corresponde una sola cabeza, mediando entre los dos cuerpos otra cabeza mitológica, forman el dibujo de los capiteles de las columnas. Infinidad de cabezas que simulan ser de carneros, mastines, lobos, cabras, venados y jabalíes, forman la cornisa interior y exterior de la nave principal de la Iglesia.

Algunas reformas se introdujeron en el edificio por el celoso cura párroco José Mámoa Taín, pero del esplendor de su antigüedad no ha perdido nada, debido al laudable gusto de dicho señor y a su curiosidad nunca desmentida. Con las reformas modernas, fue elevado el cuerpo de la nave principal, recibiendo otro sesgo la obra y adicionada a aquella una nave colateral donde se halla el altar de la Virgen Patrona de Bermés, la sacristía y la ante-sacristía, por lo que se ve que la Iglesia no era de grandes dimensiones y que el convento debió ser proporcionado a ella. Entre las últimas innovaciones practicadas, merece singular atención la techumbre de la nave principal, sostenida por cuatro vigas naturalmente arqueadas traídas de un soto de Santiso.

El monasterio estaba agregado y se regía por los estatutos del de Carboeiro. A la entrada del atrio de la Iglesia de Bermés, se yergue altivo un capudo, airoso y antiquísimo roble, que existe desde tiempo inmemorial, opinando algunos que cuenta más de seiscientos años de existencia.

El monasterio debió ser posterior a la fundación de la Iglesia, que ya existía en el año 747, pues en el testamento del Obispo de Lugo Odoario, que data de esta época, se habla de la Iglesia de Santa María de Bermés, pero no del monasterio.

El autor de este artículo Jesús Vilariño Ramos, nació en Muimenta, fue el cuarto hijo del historiador de Deza, Francisco Vilariño García, dedicó su vida al magisterio escolar, siendo maestro entre otros pueblos en Melide, Álceme (Rodeiro), Santiso (A Coruña).

Heredó de su padre la vocación literaria, en el año 1892, siendo alumno del Seminario de Lugo, publicó un pequeño libro titulado La belleza en su verdadero concepto, que se vendió, en Lalín, en la casa de Herminia González, viuda de Barral, al precio de 50 céntimos de peseta. Fue redactor del periódico El Eume y en el periódico de Pontevedra El ancora, publicó El monasterio de los Quemados y la iglesia de San Miguel de Goiás.

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