Francisco Fontán Gómez fue siempre un luchador. Como tal, peleó contra la enfermedad hasta el final. Lo hizo durante casi dos décadas, tiempo suficiente para que se le tributaran diversos homenajes por parte de quienes fueron sus compañeros y amigos.

Ayer recibió sepultura en su pueblo natal, O Grove, donde se hizo popular no solo por ser un hombre trabajador y servicial, sino también por su papel como políticos y/o concejal, primero en las filas de Alianza Popular (AP) y Alternativa Vecinal Independiente (AVI), y después con el PP.

Claro que tenía enemigos y/o adversarios, como todos. Y sobre todo, como cualquier concejal con responsabilidades de gobierno. Pero nadie puede dudar, ni habrá dudado nunca, de su capacidad de trabajo y sacrificio para y por sus convecinos mecos.

Fiel escudero del exalcalde Miguel Pérez y el número 2 que todo jefe de filas quiere tener en su partido, Paco Fontán era el hombre y edil para todo.

Daba la cara cuando era necesario

Aquel concejal campechano que pasaba más horas trabajando para el Concello que para su propia empresa era el encargado de lidiar con los vecinos más indignados, el que supervisaba la ejecución de obras y todo tipo de proyectos municipales, el que daba la cara por su alcalde cuando era necesario...

Fontán fue, en definitiva, una pieza clave en la historia política y social de la península meca que tanto quiso y que ayer le dio su último adiós.

Hace dos décadas, antes de que un derrame cerebral -y no pocas complicaciones posteriores- lo postrara en cama y lo obligara a pasar el resto de su vida en una silla de ruedas (ocasionalmente) y dependiendo de los cuidados de su familia -muy especialmente de su esposa, María del Carmen Martínez Cacabelos-, bastaba con pronunciar el apellido Fontán para que todo el mundo en O Grove y la comarca supiera de quién se trataba.

Era aquel hombre que tartamudeaba al hablar, pero que hablaba más claro que la mayoría; aquel típico político de calle, que, en realidad, parecía más uno de los alcaldes de barrio que había en el pasado; era un hombre que en ocasiones se veía desbordado por los acontecimientos y la carga de trabajo, pero que, a pesar de todo, nunca se rendía y guardaba siempre en la recámara una sonrisa y sus incontestables ganas de seguir trabajando.

Enterrado en San Martiño

Fontán, enterrado ayer en el cementerio municipal de San Martiño, murió, en cierto modo, siendo aún demasiado joven, cuando aquel 9 de noviembre de 2003 el derrame cerebral lo obligó a apartarse de aquello que tanto amaba. Y perdió la vida este martes, a los 67 años.

Deja el legado de su cariño y su amistad, como también el de un concejal campechano que intentaba siempre solucionar los problemas, aunque no pudiera con todos ellos.

Relevado en la Corporación municipal en el año 2004, Paco Fontán, fue siempre un hombre que, para bien o para mal, estuvo en boca de todos. Incluso de aquellos que lo consideraban terco, pero nunca negaron que era un luchador incansable y que se mantuvo siempre fiel a sus principios y a su gente.

Esa terquedad le ayudó a aferrarse a la vida y a luchar contra la enfermedad. Incluso a desplazarse en silla de ruedas al homenaje que le tributó el PP en 2014, cuando su hija explicaba que Fontán ya no podía caminar ni hablar, "porque le quedaron dañadas las cuerdas vocales".

Pero, orgullosa, proclamaba: "Está mentalmente perfecto y se comunica con nosotros por gestos y a través del ordenador, señalando las letras".

Hace dos años, meses después de la enésima crisis respiratoria que a punto estuvo de acabar con su vida (otra vez), Fontán recibió un nuevo homenaje del PP.

Fue en su casa, donde hicieron acto de presencia el presidente provincial del partido, Alfonso Rueda; el delegado territorial de la Xunta, José Manuel Cores Tourís; la presidenta local, Beatriz Castro; los exconcejales Rafael Prol y Fernando Meis; y Alberto Otero, miembro de la directiva conservadora.

Concejal de Vías y Obras

De este modo, los conservadores querían "reconocer su labor durante todos los años dedicados al partido y a los vecinos de O Grove", ejerciendo como concejal delegado de Vías y Obras desde 1999 hasta 2003, a las órdenes del entonces alcalde Miguel Pérez, y después de haber sido edil en la oposición entre 1995 y 1999.

Visiblemente emocionado, Fontán agradecía la visita de todos e incluso les transmitía que, a pesar de su enfermedad y de estar alejado de la primera línea política, seguía formando parte de la "familia popular".

Ayer tanto algunos políticos -muy pocos- como familiares, vecinos y amigos lloraron la muerte de Francisco Fontán Gómez y despidieron para siempre a ese hombre infatigable que es ya una parte indiscutible de la historia de O Grove.