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Un policía: "Viene el verano y lo vemos todo muy lejos, pero el peligro sigue ahí"

Guardias municipales de O Salnés consultados por FARO asumen que hay una peligrosa relajación social hacia el coronavirus -Todavía se cursan denuncias, aunque sean menos

Un control en Vilagarcía, durante la fase dura del confinamiento. // N.P.

"Se percibe una excesiva relajación", contesta un policía local cuando se le pregunta por como están cumpliendo los arousanos las normas de la desescalada. "No se puede controlar lo que es incontrolable", responde otro al cuestionársele sobre por qué no se imponen más sanciones.

Los policías locales realizaron un trabajo encomiable desde el primer minuto de la crisis. Al inicio de la cuarentena, cuando se instaló en España un sentimiento próximo al pavor, estuvieron en la calle junto a los demás cuerpos y fuerzas de seguridad y los militares para hacer cumplir el confinamiento, única estrategia que se conocía entonces para frenar al virus.

Ahora siguen desarrollando una labor fundamental, pues el confinamiento no ha terminado. Pero lo hacen sin tanto apoyo de otros cuerpos y más expuestos al reproche de los infractores. "La gran mayoría de las personas está cumpliendo las normas, incluso durante la desescalada, pero sí es cierto que se ven muchas infracciones leves", plantea un tercer funcionario a preguntas de FARO.

Según las policías locales consultadas por esta redacción, los dos colectivos que más incumplen las normas de la desescalada son los adolescentes y los mayores de 70 años. Los primeros, porque tienden a formar grupos en los que no respetan la distancia de dos metros entre unos y otros. Los segundos porque es habitual verlos en la calle fuera de las franjas horarias establecidas para ellos.

Pero según el testimonio del tercer policía, en estos momentos prima actuar con mano izquierda. "Ahora toca hacer mucha pedagogía. Lo que dijimos el primer día en que podían salir los niños es que nosotros no nos íbamos a poner a cronometrar el tiempo que estaban fuera ni a medir la distancia a sus casas". Otro asunto que los guardias intentan evitar ahora a cualquier coste es reñir a un padre o una madre delante de sus hijos.

"Hay que darse cuenta que desde que empezó el estado de alarma se publicaron 29 Boletines Oficiales del Estado -añade uno de los policías-. Algunas normas han cambiado varias veces. Hay gente que está confusa y que quizás ni siquiera es conscientes de que esté incumpliendo la ley", añade el tercer agente.

A pesar de todo, que los policías estén sancionando con menor intensidad que en las primeras semanas de la crisis no significa que haya carta blanca. Expertos y sanitarios avisan de que el riesgo de rebrote todavía es alto, y que si los ciudadanos empiezan a incumplir sistemáticamente las normas se podría volver atrás, con todo lo que eso conlleva: más muertes, un nuevo confinamiento y el cierre definitivo de muchos negocios. "Nuestra intención antes de nada es informar y hacer ver la situación -aduce otro agente-, pero hay casos en los que no queda más remedio que denunciar".

Los primeros días de la desescalada, la Policía Local de Vilagarcía denunció a unos padres cuyos hijos se estaban dando un baño en Vilaxoán. Poco después, el Ayuntamiento de A Illa se quejó de la llegada masiva de gente de otros municipios para pasear y correr por O Carreirón, y más recientemente, la Policía Local de O Grove denunció a vecinos de Vigo que estaban dando una vuelta por A Lanzada. Casos que son la punta de un iceberg.

A medida que pasan los días, cualquier paseo por O Salnés demuestra que una parte importante de la población infringe las normas de la desescalada establecidas para ir apagando el virus un poco más semana tras semana. Hay parejas que bajan juntas con los niños, cuando solo puede hacerlo uno de los padres, o que tienen a los hijos hasta la noche en la calle; mayores que pasean fuera de sus horarios; personas no convivientes que se juntan sin guardar las distancias de seguridad ni usar mascarilla.

"No se puede controlar lo incontrolable. Ahora casi lo único que podemos hacer es recomendar", dice un policía, que, sin embargo, está convencido de que los infractores son los menos. "El grado de responsabilidad social que yo veo es muy alto. La inmensa mayoría de los ciudadanos están concienciados".

¿Y qué es lo que más temen a partir de ahora? Un policía cita un repunte de la pobreza extrema y de gente durmiendo en la calle, así como que haya más robos y atracos. A otro le asusta otra desbandada en las calles a medida que pasen los días: "Tenemos que mentalizarnos de que no ya podemos vivir como hace cuatro meses. Viene el verano y lo vemos todo muy lejos, pero el peligro sigue ahí".

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