"Por favor, hagan una comida más importante en sus domicilios antes de acudir a la diálisis. No se permitirá que traigan comida de sus casas para consumir en diálisis. Sentimos las molestias que esta medida les puede ocasionar y apelamos a su comprensión en estas difíciles circunstancias. Muchas gracias". Este es un extracto de una de las comunicaciones entregadas por parte de Diaverum Vilagarcía sus pacientes a raíz de la pandemia del coronavirus. En el escrito, con fecha de 18 de marzo, el equipo directivo justifica que está haciendo "un seguimiento exhaustivo y minuto a minuto de la información científica que se hace llegar a la comunidad sanitaria, que desaconseja comer o beber durante cualquier tratamiento o acto médico". Por ello, se ha suspendido el refrigerio en hemodiálisis, incluido el agua.

Hasta que estalló esta crisis sanitaria sin precedentes, los enfermos renales de las comarcas de O Salnés y Caldas que acuden a dializarse a Carril tenían la opción de comer un bocadillo al finalizar el tratamiento, que puede superar las cuatro horas seguidas de duración. Pero actualmente esta medida ha quedado cancelada hasta nuevo aviso con motivo de la pandemia de coronavirus.

Mascarillas y termómetro

En la clínica de la avenida de Rosalía de Castro se toman todas las medidas posibles para prevenir que se produzcan contagios de Covid-19. Las enfermeras que tratan con los pacientes llevan pantallas de protección y se cambian los guantes con mucha frecuencia. La mayoría de los pacientes acuden a su tratamiento diario con mascarilla y entre ellos se respeta la distancia recomendada. En este sentido no ha habido ningún cambio, pues ya con anterioridad a la epidemia el espacio existente era el mismo.

En la entrada hay dispensadores de jabón para lavarse las manos y se recomienda a los acompañantes que vienen a buscar a sus familiares que esperen fuera.

La toma de temperatura a los enfermos ha incrementado su frecuencia y se ha extremado la limpieza de toda la clínica.