"Quiero poner mi grano de arena". Son palabras de Iria González Castro, una arousana de 36 años que ha decidido sumarse al movimiento global de elaboración de pantallas de protección con impresoras 3D desde su casa de Vilagarcía. Ayer colgó un post en su cuenta de Facebook con su ofrecimiento y ya la han llamado profesionales sanitarios del Hospital do Salnés, de Montecelo, y también de centros de atención primaria de la comarca, para hacerle encargos. "La cosa va a ir lenta, pero va a ir. Voy a tener la impresora todo el día funcionando", se compromete la vilagarciana.

Actualmente está en paro y sigue la orden de confinamiento, que aprovechará para hacer el máximo número de máscaras posible. Aunque el trabajo lleva su tiempo: las más sencillas necesitan unas tres horas de impresión.

Iria ofrece estos elementos de protección contra el coronavirus de forma totalmente gratuita. Si bien el coste de fabricarlos no es desorbitado, sí requiere un desembolso: "Una bovina de un kilo vale unos 20 euros y con ella puedo hacer bastantes pantallas. A ello hay que sumar el gasto del suministro eléctrico". No obstante el dinero no será un impedimento para que las máscaras lleguen a los profesionales que las necesitan por falta de medios materiales en sus centros de trabajo, ya que hay pequeños negocios de la comarca arousana que ya han ofrecido su colaboración económica para ayudar a financiar este gesto solidario con el personal sanitario en esta crisis del Covid-19. "Entre todos podemos", asegura Iria González.

La vilagarciana compró una impresora 3D por curiosidad. "Hago lámparas de litofanía y algunos encargos para una tienda de animales de Pontevedra, como chapas para perros, en Navidad hice unas bolitas, ?".

Tras el decreto de alarma sanitaria nacional se han creado varios foros para imprimir material de protección contra el coronavirus. Iria está en "coronavirusmakers.org", donde sus integrantes comparten archivos "para no tener que comenzar el diseño desde cero".

Con respecto a las mascarillas que también se están elaborando desde distintos puntos de forma altruista, Iria señala que "no están homologadas", por lo que ha preferido no elaborarlas. "Las pantallas de protección son perfectamente válidas y son más cómodas que las gafas. Los sanitarios nos dicen que al llevarlas tantas horas puestas les molestan", comenta la arousana.

También en O Grove los aficionados a las impresoras 3D se han implicado en esta causa solidaria. Carlos Prieto es uno de ellos. Es uno de los más de mil miembros que en Galicia pertenecen a la comunidad "coronavirusmakers.org". Su intención es poder fabricar entre siete y diez viseras al día. "No son muchas, pero si cada uno de la comunidad hace lo mismo, serían entre 7.000 y 10.000 al día", señala el grovense. Como él debe compaginar la elaboración de las pantallas con su empleo en el sector de la construcción, tiene pensado enseñar a sus hijos adolescentes unas directrices básicas para que le echen una mano cuando él está trabajando y así poder alcanzar la producción estimada.

Prieto ha optado por un modelo "liso de todo", sin logotipos. "Por eso esperé para hacerlas, porque no tiene sentido ponerse a gastar dinero y tiempo en algo que no sabes si va a servir o no. Yo decidí no poner logos. Quiero evitar protagonismos y además con el logo lleva más tiempo hacerlas. Lisa con una hora y media o dos puedes tener la visera", considera este vecino meco.

Con todos los comercios cerrados, Carlos no encuentra goma elástica de un centímetro de ancho que necesita para completar las máscaras, por lo que hace un llamamiento a alguna mercería o papelería local para que se sume a la causa. "Esto es cosa de todos, es salud para todos", concluye el grovense.