Irene Cacabelos es una administrativa cambadesa de 57 años que empezó a jugar al golf hace apenas 10. Un inicio tardío, pero contundente. Es una apasionada del golf, y ayer mismo aprovechó el Miércoles de Ceniza para ir a jugar a Oporto (Portugal).

-¿Cómo empezó en el golf?

-Quien empezó fue mi marido. Caminar le venía bien por salud, y empezó a jugar. A mí nunca se me había ni pasado por la cabeza jugar al golf, pero subía con él hasta el campo, para acompañarlo, y terminó enganchándome. Es un deporte que está muy bien, sobre todo si juegas en pareja.

-¿Qué es lo que lo hace especial para usted?

-Me gusta porque caminas mucho y no te aburres en ningún momento. Estás entretenida pensando en qué hacer para meter la bola en el hoyo. También me gusta porque siempre conoces gente. Nunca pensé que llegase a subir sola al campo a jugar, y ahora lo hago a veces.

-¿Por qué hay tan pocas mujeres que juegan?

-Quizás por desconocimiento, o porque se cree que el golf es un deporte caro. Pero en realidad, no lo es, y menos en el campo de Meis, que es público. Hay que pagar una cuota mensual, como en un gimnasio, pero las salidas al campo no son caras y puedes echar cuatro o cinco horas jugando.

-¿El golf es un deporte machista?

-No, porque no competimos contra los otros, sino contra el campo y contra nuestro propio 'hándicap'.

-¿Se sintió discriminada o tratada de forma paternal en alguna ocasión mientras jugaba?

-No, nunca.

-¿Qué pueden hacer las federaciones, los clubes deportivos o las administraciones públicas por fomentar que haya más mujeres en los campos?

-Darle más publicidad a este deporte. También podría estar bien que se viese más golf femenino por televisión.