A Baldosa es una calle que forma parte de la historia de Vilagarcía como "zona de vinos"; un espacio peatonal que siempre ha sido la referencia festiva de la ciudad, capaz de ejercer como punto de encuentro de vilagarcianos y visitantes, generación tras generación. Pero parece atravesar horas bajas, según confiesan algunos de los hosteleros que aún resisten en el que es el corazón de la hostelería en la capital arousana.

Unos hosteleros que alzan la voz y piden ayuda para "acabar con el declive" de este espacio, sin dejar de entornar el mea culpa e instando a los miembros de su propio gremio y al Ayuntamiento de Vilagarcía a tomar "medidas urgentes" para tratar de "salvar y revalorizar" la calle.

Inciden en que es un espacio con unas particularidades que deben ser tenidas en consideración, ya que de su buen estado de salud puede depender, en mayor o menor medida, la imagen turística y la proyección exterior del conjunto de la localidad.

Son varios los problemas detectados que, a juicio de la hostelería de la zona, deben ser subsanados "cuanto antes". Hay profesionales que, por ejemplo, hablan de "falta de unidad y colaboración" en el sector.

Se explican diciendo que varios locales de A Baldosa tratan de organizar conciertos, degustaciones gastronómicas, catas y otras actividades conjuntas que contribuyan a dinamizar la calle, apostando por la unidad de todos los bares "para que resulte más asequible para todos y hacer cosas bien organizadas". Lo que sucede es que "siempre hay algún hostelero que se niega a hacer cosas conjuntas y prefiere permanecer de brazos cruzados viendo como se muere A Baldosa".

Otros citan como ejemplo lo que va a suceder hoy mismo, con motivo de la Festa da Auga y la instalación de barras exteriores, ya que "tratamos de poner música y animación conjunta, tratando de atraer el mayor número posible de clientes a nuestra calle, contribuyendo a reforzar el atractivo de la fiesta y ahorrando una considerable cantidad de dinero, pero resulta que de nueve locales que somos en un puñado de metros -hay uno más cerrado desde hace tiempo- solo abrimos seis, y finalmente solo participamos cinco, ya que el otro prefiere remar a contracorriente".

Al analizar los problemas que supuestamente amenazan el futuro de la calle peatonal de A Baldosa, algunos hosteleros también miran de reojo al Concello. "Sabemos que hay una ordenanza y que las normas están para ser cumplidas, pero también creemos que deberían tratar con más mimo a una zona tan peculiar como ésta, que es imagen de la ciudad tanto en verano como en invierno", señalan.

Lo que quieren decir los empresarios es que "no puede obligársenos a levantar las barras de la Festa da Auga horas antes de que lo hagan en otras zonas de Vilagarcía, como tampoco es de recibo que tengamos que desmontar nuestras terrazas y levantar mesas y sillas en verano cuando en otras calles anexas siguen instaladas mucho tiempo más e incluso quedan permanentemente montadas".

Eso sin olvidar, matizan, que "en las fiestas navideñas la calle de A Baldosa carece de una iluminación apropiada, siendo a veces totalmente inexistente, mientras que en otras muy cercanas, menos transitadas, con menos locales y, desde luego, con menos historia, son fuertemente engalanadas".

Esto lleva a los hosteleros a decir que "hay que proteger A Baldosa porque forma parte del patrimonio de Vilagarcía, y por tanto es preciso que el Ayuntamiento tenga esto en cuenta".

Se acuerdan, como tantos vilagarcianos, de "Vicente el del Xentes", de Casa Román, del bar Xesteira y de tantos otros personajes -algunos ya fallecidos- y lugares populares de la ciudad -varios ya cerrados- que contribuyeron a engrandecer un lugar histórico como A Baldosa durante décadas, convirtiéndola casi en lugar de culto para tomar unos vinos, relajarse a la hora del vermú o, simplemente, vivir Vilagarcía de un modo diferente.