El tsunami que se ha producido con el nuevo contrato para los viajes del Imserso, con las asociaciones de hoteleros en pie de guerra, apenas ha generado desazón en O Salnés. La razón es que los hoteles arousanos que participan en este programa del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) podrían contarse con los dedos de las dos manos. "Con los precios actuales no dan las cuentas. A los hoteles les sale mejor cerrar durante los meses de invierno que estar abiertos para los viajes del Imserso", manifiesta José Benavides, vicepresidente de la asociación de empresarios de O Grove, Emgrobes.
El Gobierno quiere sacar un nuevo pliego de condiciones para los viajes de las personas mayores, pero los hoteles se rebelaron, y aseguran que los precios actuales los conducirán a la ruina o los abocarán a empobrecer sobremanera el servicio que ofrecen a los viajeros. Esas quejas han llevado al Gobierno a paralizar el proceso.
La media docena de hoteles de O Salnés que acogen grupos del Imserso cobran 20 euros más IVA por huésped y noche. Ese dinero incluye el alojamiento y las tres comidas principales del día. También tienen que ofrecerles algún tipo de animación. Para Benavides, se trata de un precio tan ajustado para una pensión completa, que a los hoteleros de O Salnés no les interesa. "Los viajeros del Imserso quieren calor, y por eso se van a Benidorm, a las islas y al sur de Andalucía. Pero cuando nosotros tenemos calor es en verano, y en verano los hoteles de O Salnés viven del turismo familiar", añade el hostelero meco.
Así, a los negocios arousanos podría interesarles participar en el programa en temporada baja, pero en invierno O Salnés no es un destino apetecible para la mayoría de usuarios del Imserso. Y a los hoteles les genera un gasto mayor, "porque los costes de calefacción de un hotel completo se disparan", de modo que el margen de beneficio se estrecha aún más.
Benavides afirma que antes del comienzo de la crisis económica había más hoteles de O Salnés adheridos a los viajes del Imserso, pero que ahora quedan muy pocos. Algunos de los que quedan incluso son reacios a hablar públicamente de su experiencia, tal vez por el halo de turismo de baja calidad que tradicionalmente rodeó al negocio de los mayores.
