José Antonio Cacabelos Rico hace historia en O Grove. El líder socialista es el primer político local que alcanza la victoria en tres mandatos, el único capaz de hacerlo en dos consecutivos y, sobre todo, el primero en conseguir la mayoría absoluta; algo que se antojaba impensable en la localidad meca.

En 2015 arrebató el poder al PP y con solo ocho ediles se arriesgó a gobernar en minoría. Ayer consiguió diez escaños, tras obtener más de la mitad de los votos emitidos.

Así, con diez concejales en una Corporación de diecisiete, estará en condiciones de ver ejecutados proyectos que él mismo impulsó, como el de construcción del Auditorio. Pero sobre todo podrá sacarse de encima un lastre que golpeó históricamente a todos los partidos y descalabró al PP hace cuatro años: el PXOM. Con esa mayoría absoluta ya no habrá obstáculo que le impida saldar esta deuda histórica.

De ahí que estuviera radiante tras conocer los resultados. "Acabamos de hacer historia porque en cuarenta años de democracia nadie logró algo así, y esto nos llena de orgullo, responsabilidad y alegría, pero también de ganas de seguir trabajando para mejorar O Grove".

El éxito incontestable de Cacabelos y el PSOE es directamente proporcional al fracaso, por otra parte esperado, del PP. Los resultados dejan claro que el "experimento Beatriz Castro" no ha funcionado, pues incluso consigue peores resultados que en 2013 y se queda con solo tres ediles. Hace cuatro años Miguel Pérez se pegó un auténtico batacazo no porque de la noche a la mañana perdiera carisma en el mismo pueblo del que fue alcalde en dos ocasiones. Fue, sencillamente, porque los populares, arropados por sus socios galeguistas, quisieron meter con calzador y a contra reloj un PXOM que no agradaba a casi nadie.

Evidentemente Pérez necesitaba, y quería, el relevo. Pero éste le llegó, quizás, de forma precipitada e inesperada. Y sobre todo masticado lejos de la frontera de O Vao. Alguien en la cúpula del PP pensó que Beatriz Castro, a pesar de su inexperiencia y otros argumentos que jugaban en su contra, era idónea para suceder a Pérez.

Aquello no pintaba bien desde el principio, y pintó peor cuando tras convertirse en presidenta local y alcaldable decidió colocar como número dos a Víctor Otero Prol, salido de manera extraña del Partido Galeguista Demócrata (PGD), y en el tres, a Martín Rivera Búa, que procede del grupo independiente AMeca, a su vez abanderado por la exsocialista Aida Filgueira.

Si a esto se suma que el número cuatro fue para una concejala que no aportó nada al partido, Alejandra Lamas, y que el 5 era de Fernando Meis, que incluso barajó enfrentarse a Beatriz Castro antes de que ella fuera ratificada, parece lógico pensar que la confección de la lista no fue la acertada. Y claro, el batacazo de 2015 se agravó ayer, a pesar de que el PP no había sufrido esta vez desgaste de gobierno ni tenía un PXOM a sus espaldas.

Aunque no todo es demérito de los conservadores. También hay mérito del gobierno socialista, pues en caso contrario no se entendería esa histórica mayoría absoluta.

Entre esos méritos está que Cacabelos hizo todo lo contrario que el PP, es decir, mantuvo la autonomía de la agrupación local para formar una candidatura compacta, apoyada en los que fueron pilares de su ejecutivo -excepción hecha de Emma Torres, que decidió dejar la política- y arropada por personajes tan conocidos como Juan Ramón Outeda o Quito Parada.

Respecto a los demás grupos, hay que destacar el tirón de José Antonio Otero, que parece capaz de reconducir a Esquerda Unida (EU) y conserva dos concejales.

Se estrenó como candidato, relevando a Juan Lamelas, y lo hizo de forma positiva, pues relegó al cuarto puesto a un BNG que, con Heladio Outeiro, no da más de sí.

Los nacionalistas necesitan una renovación desde hace tiempo, pues ya no pueden dejarse llevar por la corriente nacionalistas a nivel gallego cuando esta avanza con menos fuerza que nunca a causa de tantas mareas.

Como renovación requiere, aunque lo más probable es que desaparezca para siempre, tras quedar ayer fuera de la Corporación, el PGD, que en los últimos mandatos asumió importantes responsabilidades -con Alfredo Bea- pero perdió peso al apostar por el PXOM de Pérez, para enterrarse del todo cuando hace cuatro años Cacabelos decidió arriesgarse a gobernar en solitario.

Es cierto que el socialista se prestó, cuando le interesó hacerlo, a pactos puntuales con el PGD, pero este grupo ya era prescindible, y desde luego no volvió a ser lo mismo cuando Bea fue inhabilitado y su puesto como cabeza de lista quedó en manos de Félix Lamas.