Unos doscientos vecinos del Concello de Valga, y otros llegados de fuera, protagonizaron ayer la séptima edición de la "Festa da Matanza Tradicional". Es una cita anual con las viejas costumbres que en esta ocasión permitía sacrificar un cerdo como se hacía antaño y subastar otro, este de 122 kilos de peso, que fue adquirido por 500 euros.

Fue una fiesta apta para todos los públicos que se completó con un baile amenizado por el grupo "Nueva Era" y comenzó desde muy temprano en el entorno del colegio Xesús Ferro Couselo, en la parroquia de Cordeiro.

La asociación Amigos do Belén y el Concello habían programado una jornada repleta de atractivos para aquellos que disfrutan con este tipo de citas con el pasado, quienes además pudieron aprovechar al máximo la apacible mañana, especialmente propicia para este tipo de sacrificios rituales.

Los expertos "matarifes" se encargaron del animal antes de quemarlo para eliminar pelos e impurezas. Después se encargaron de lavarlo a conciencia, abrirlo, vaciarlo y despiezarlo; todo ello al ritmo de los acordes del grupo Algueirada, llegado desde el municipio vecino de Pontecesures.

Como manda la tradición, a medida que se realizaba la matanza había personas que se encargaban de preparar cada parte del cerdo -recoger la sangre, lavar las tripas y demás-, mientras que otros se ocupaban de preparar el almuerzo posterior, con un menú a base de "rixóns", zorza, cocido, callos y los populares "bolos do pote".

Se completó la comilona con pudin de morcilla y filloas, pero también con café y buena caña del país, que para eso Valga es un municipio experto en la materia.

El animado almuerzo, con un precio de diez euros por persona, se prolongó hasta bien entrada la tarde, empleándose la sobremesa para cantar, bailar y disfrutar de la compañía tal y como se hacía antiguamente, cuando la matanza del cerdo se convertía en todo un acontecimiento social en cada vivienda del rural.