Entre las consecuencias inmediatas o efectos negativos que el cambio climático puede provocar en las ballenas gallegas se encuentran la modificación de sus rutas migratorias a causa de la disminución del alimento y el incremento de la temperatura del agua. Lógicamente esa escasez de alimento lleva aparejado un incremento de la competencia entre las distintas especies, tanto de cetáceos como de peces y aves marinas. Así lo detallan en el BDRI, donde también alertan de "la enorme presión pesquera, que podría causar un mayor impacto en la presencia de alimento para las ballenas y aumentar el riesgo de impacto de las embarcaciones con los cetáceos, que además pueden quedar atrapados en las redes de pesca".