Después del incendio que el sábado calcinó una de las cuatro naves que Impex Europa posee en el polígono industrial de Trabanca Badiña (Vilagarcía), la empresa intenta volver a la normalidad. Los trabajadores han sido recolocados y la actividad de la empresa no ha sufrido contratiempos, pues está sirviendo a sus clientes sin problemas. Las que sí están aseguradas son unas "pérdidas cuantiosas", que no obstante todavía no han sido valoradas, a la espera de los peritos, señala uno de los socios de Impex, Santiago Alonso.

También están pendientes de que la Policía Científica inspeccione la nave, la cual sigue precintada por riesgo de derrumbe de la estructura, que "está muy debilitada", precisan los bomberos, que ayer a lo largo del día acudieron al inmueble incendiado varias veces para regar la zona y retirar unas chapas metálicas de la fachada.

Aunque todavía se desconocen las causas del fuego que calcinó por completo una nave de 700 metros cuadrados, las primeras sospechas apuntan a la posibilidad de que un rayo pudiese haber provocado un cortocircuito en las instalaciones.

Con todo, habrá que esperar a la visita de los especialistas que la Policía Científica movilizará desde Madrid, que probablemente se demorará al jueves. Mientras tanto, la nave permanecerá cerrada. Únicamente está permitido el paso de los bomberos.

Para eliminar caracoles

El empresario Santiago Alonso recalca que en la nave afectada por las llamas había productos "nocivos, no tóxicos". Esto significa que "dentro de los dañinos, son los que menos afectan, y tienen muy poca importancia para el medio ambiente".

Entre el material almacenado había una especie de resina para cicatrizar árboles, productos para eliminar caracoles y otros para desparasitar perros. "La suerte es que estábamos pendientes de recibir mercancía y teníamos poca allí, pero ardió toda, y la maquinaria y las oficinas también", explica Alonso.

La empresa, que fabrica el conocido Ratibrom (en una nave distinta a la afectada), cuenta en Vilagarcía con una plantilla cercana a los 80 trabajadores. Los más de quince adscritos al almacén dañado fueron reubicados en otras dependencias.

En cuanto a los posibles efectos medioambientales que hubiese podido causar el incendio al tratarse de una empresa de productos químicos, Santiago Alonso aclara que "para poder almacenar estos productos, la ley nos obliga a construir una nave que tenga una especie de balsa donde se almacena el agua; no va ni a los acuíferos". En ello coincide en propio Concello de Vilagarcía, pues "la nave hace una especie de recipiente para recogida de aguas", donde fue a parar la de las mangueras de extinción y posteriormente se iba achicando para llevar a una planta de depuración autorizada para este tipo de residuos. Por lo que "el riesgo de filtración es mínimo", concluyen desde el Concello.