-Las últimas encuestas parecen sonreír más a partidos con discursos poco o nada moderados.

-Yo soy partidario del diálogo, de hablar reposadamente. Porque es así como mejor se entiende la gente. La moderación no es algo que pase de moda, y también tiene que reinar en Ribadumia.

-Hace años que se respira en el municipio una cierta tensión política. ¿Está ahora más calmado el ambiente vecinal?

-Hay gente que tiene miedo a hablar de política en un bar, y que cuando lo hace mira de reojo para ver quien le está escuchando. Eso no va conmigo. A mí nadie me va a coger en esta campaña insultando o gritando.

-Da el paso de liderar una candidatura política con 52 años, en un momento en el que la mayoría de los grandes líderes políticos españoles rondan los 40. ¿Qué ventajas le puede reportar su edad?

-Los 50 años de hoy no son como los de antes. La vida ha cambiado mucho y hay facetas en las que no se puede mirar la edad. Tengo un hijo de 12 años y hablo con él de sus estudios, voy con él al fútbol. No soy un señor mayor que vive apartado y solo sale los domingos a dar una vuelta en coche. Me siento joven y estoy muy integrado en las actividades de la juventud.

-En Ribadumia, al PP no le queda más remedio que ir a ganar. ¿Pesa mucho esa mochila de responsabilidad?

-Sí es pesada, sobre todo cuando te quedas solo y te paras a pensar. Además, Salomé Peña ha dejado el pabellón muy alto. Pero la vida es así, y tengo mucha ilusión. La gente que me conoce sabe que soy honesto y trabajador, y que estaré siempre con los vecinos.