A Eduardo Touriño Criado le gustaba presumir de vikingo, y de hecho ejercía como tal disfrazándose cada mes de agosto para participar activamente en el desembarco de la tradicional Romaría Vikinga de la localidad.

Pero este popular vecino de 46 años -recién cumplidos- era también un hombre servicial, como coinciden en señalar todos aquellos que lo conocieron y ayer lamentaron su muerte, incluidos los pertenecientes a otros partidos políticos.

El que para algunos estaba llamado a ser el relevo de Alberto García como futuro alcalde de la localidad era un hombre "con don de gentes" que "disfrutaba charlando con la gente, y sobre todo con las personas mayores".

Aclaran sus allegados que "muchos aprovechaban cuando les repartía el pan para pedirle todo tipo de cosas, ya que era el concejal de Obras".

"Ponme aquí una tubería", "quítame aquel poste de allí", "manda las máquinas para desbrozar la cuneta" o "hace falta asfaltar esta calle", le apuntaban los ciudadanos prácticamente a diario.

Lo mejor de todo es que "no solo no le importaba" que lo trataran como concejal cuando trabajaba como panadero, sino que "le gustaba que lo pararan por la calle y le transmitieran directamente las quejas, demandas o preocupaciones". Y no satisfecho con eso "después de atender las peticiones que le realizaban los vecinos les preguntaba si todo había quedado bien", reflexiona un conocido empresario catoirense.

"Era muy querido y una persona muy atenta", insisten los testigos presenciales del atropello que ayer acabó con la vida del primer teniente de alcalde.

Otros destacan de este vecino de Abalo que "le encantaba hacer ejercicio físico; salía a dar largas caminatas o a correr siempre que tenía ocasión, al igual que también fue futbolista, y seguía jugando con los veteranos".

En definitiva, que "tenía una vida muy activa, y además de ser deportista y ejercer como concejal se implicaba en el movimiento sociocultural de Catoira", relatan sus amigos y familiares.

Recientemente separado de la madre de sus dos hijos, "puede que no estuviera en su mejor momento, pero aún así seguía repartiendo sonrisas y no dejaba de atender las peticiones que le hacíamos", insisten los vecinos.

"A veces nos centramos y preocupamos por menudencias y se nos olvida lo más importante; esta desgracia solo nos sirve para reflexionar sobre lo verdaderamente útil e importante, como son la familia y los amigos", indica Luis Rey, presidente de la comunidad de montes de Catoira.

"Era un excelente compañero de partido, un gran amigo y, sobre todo, una magnífica persona que solo aspiraba a trabajar por su pueblo y ayudaba a los demás siempre que podía", sentencia el alcalde catoirense, Alberto García.