Los espectaculares barcos voladores besaban por primera vez las aguas de la ría de Arousa hace un año, de la mano del oro olímpico Antón Paz, con unas embarcaciones innovadoras que, amén de navegar, pueden desplazarse surcando hasta metro y medio de altura por encima del agua.

Fue la Copa América que, cuando hace un lustro, apostó por este tipo de embarcaciones, acabó por revolucionar el mundo de la vela, tanto que el Nacra 17 se convertirá en modalidad olímpica en Tokio 2020, es decir, ya a lo largo del próximo año.

En medio, su conversión ya en modalidad con competición oficial, que contaba con la disputa del campeonato de Europa este pasado 2018 en Polonia y, para el presente 2019, las citas del Europeo de los "barcos voladores" en Inglaterra el próximo mes de mayo, y el Mundial de la especialidad en Nueva Zelanda para noviembre, antesala de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

El "barco volador" responde al modelo "Nacra 17", una embarcación ligera construida en fibra de carbono, con 160 kilogramos de peso y 5,18 metros de eslora por 2,70 de manga, así como tres velas con un mástil de 8,5 metros de altura. Realmente aerodinámica.

La tripulación en competición oficial debe componerse siempre de una pareja mixta. A partir de estas características, iguales para todos los barcos en liza, toca competir en regata en idénticas condiciones de base, exponen los expertos en esta actividad náutica.

A baja velocidad el peso de la embarcación recae todo sobre el casco. Pero con vientos de apenas de 9 y 10 nudos, empieza a asomar la quilla y a elevarse sobre el agua, merced a que las alas (u orzas) submarinas empiezan a realizar su trabajo.

A pleno rendimiento son ya las orzas las que acaban sustentando el peso del barco. Las velocidades del Nacra 17 rondan así los 26 nudos (46,8 kilómetros por hora), pero ha llegado a registrar un récord de hasta 40 nudos (72 kilómetros por hora), que acreditan su condición de auténticos Fórmula 1 de la vela en mar.

Antón Paz

El vilagarciano Antón Paz entrena de lleno a uno de estos equipos, el japonés conformado por Kajimoto Wakako y Kawada Takaaki, que aspiran de lleno a su clasificación para Tokio 2020. Con él ha iniciado su trabajo hace justo un año, y en la última etapa, a finales de 2018, ha repetido dos fases, una primera en noviembre en la ría de Arousa, y una segunda el pasado mes de diciembre en Portugal.

Una preparación que Antón Paz brindaba también en noviembre a otro equipo polaco, por cuanto el vilagarciano se centra ahora en su labor de entrenador: "El competir -admite- ya no entra mucho en mis planes, la vela de competición adolece de esponsores y no es fácil vivir de la competición sin un patrocinador".

Antón Paz explica los pormenores de manejar el Nacra 17 "volador": "Una de las dificultades estriba en el continuo movimiento de los tripulantes sobre el barco, que se hace necesario para equilibrar siempre la embarcación y quitarle así el máximo rendimiento".

"En condiciones óptimas de viento -agrega- esta embarcación puede volar sacando la quilla, manejándola con sus timones en el agua todo el tiempo que sea capaz", explica de forma gráfica el regatista olímpico vilagarciano.

Es una modalidad físicamente exigente para la tripulación con momentos especialmente delicados: "Cuando se eleva sobre el mar -explica- y vuelve a contactar de nuevo con el agua conlleva aceleraciones y desaceleraciones muy bruscas, pudiendo pasar de 20 a 8 nudos de repente, y cuando contactas de nuevo con el agua, amén de mojarse, supone llevarse algunas veces buenos golpes". "Por esta razón -añade- es obligatorio utilizar siempre el casco, y la indumentaria incluye un traje de neopreno especial, confeccionado para amortiguar mejor los golpes a los que uno está expuesto a bordo de un Nacra 17".

Llegar a desenvolverse en esta categoría exige un dominio consolidado en el mundo de la vela: "Cabe fajarse antes en otras modalidades -explica Antón Paz- para luego dar el salto a estos barcos voladores, porque de por sí son muy exigentes, se requiere experiencia y un buen nivel de preparación técnica y física".

Es así que la espectacularidad prevé conviertan a la modalidad en uno de los grandes atractivos de la vela: "Incluso para la retransmisión por televisión -apunta el regatista y técnico vilagarciano- las maniobras de la Copa América resultan muy espectaculares con este tipo de barcos, y el Nacra 17 puede serlo también con maniobras de riesgo, como el cambio de velas en trasluchada (el giro en redondo en la boya con el consiguiente cambio de velas) donde, en condiciones óptimas y buen dominio del barco, puedes hacerlo girar en el aire sobre las orzas".

El futuro en Vilagarcía

El siglo XXI arrancó con enorme entusiasmo en la vela vilagarciana de la mano del Liceo y su fusión con el Club de Mar, que alumbraba un club que pronto se convertía en la referencia más preclara del panorama nacional, dado el excelente marco de la ría arousana para desarrollar la actividad, y una escuela de vela en plenitud que reunía a un centenar de practicantes en edad escolar.

Pero la crisis galopante en el seno del Liceo acabó dando al traste también con el apogeo de este deporte en la villa arousana.

Desde entonces se mantiene, apenas al ralentí, de mano de un Club Náutico de Vilagarcía que no acaba de hacer cuajar su actividad, pese a los impulsos que a este deporte le sigue brindando el Centro de Tecnificación de Vela.

El siguiente, el Campeonato Europeo Júnior de 4-20 y 4-70 que Vilagarcía acogerá entre el 23 y el 30 de junio, con más de 400 regatistas en representación de 30 países del mundo.

Bruno Gago, director del Centro de Tecnificación de Vela, reconoce las necesidades que apremian a la entidad en estos momentos:

"El espaldarazo para recuperar el deporte de la vela en Vilagarcía -explica- pasa por la labor de un club, que es clave para volver a retomarlo desde la base", explica.

Cierto que el poder disponer de un pabellón náutico sería el gran aliciente que permitiría impulsar la creación de estos clubes de vela de una forma más profesional. Adquirir ese equipamiento sería lo lógico, y más aún lo idóneo, para convertir a Vilagarcía para en ese enclave de peso en el mundo de la vela nacional, porque el Centro de Tecnificación no ha sido concebido para cubrir el hueco de los clubes".

El regatista Antón Paz comparte las claves: "El futuro de la vela en Vilagarcía de Arousa -explica- pasa por disponer de un pabellón náutico municipal, que aunara toda la actividad del deporte náutico, centrando la vela y el remo". "Y esa opción -agrega- pasa hoy porque el Puerto de Vilagarcía ceda al concello una de sus naves para destinarla al deporte de mar. Sería una instalación que abriría un mundo a la vela y al remo, para ofrecer unas posibilidades enormes a lo largo de todo el año", señalan.

Antón Paz reconoce que "en Vilagarcía de Arousa actualmente la actividad de formación en la vela se ciñe apenas a los cursos de verano, en los que participan aficionados de aquí, Vilanova o también de Santiago, porque Vilagarcía, en la práctica, viene a ser el mar de Compostela, pero para que cale este deporte hace falta darle continuidad durante todo el año".

Ambos coinciden en la idoneidad de las aguas arousanas. "Vilagarcía y la ría -apunta Bruno Gago- ofrecen un marco excelente, el mejor que nos puede ofrecer la costa gallega para el aprendizaje de la vela y la formación de futuros regatistas.

Para adquirir peso en este deporte lo lógico sería contar en una instalación municipal adecuada para ello". "Aún así -agrega- es de agradecer que desde la Secretaria Xeral para o Deporte y desde la propia Federación se esté apostando de lleno por Vilagarcía como sede idónea para la vela, con un Centro de Tecnificación que es pionero, y que es uno de los cinco de España en entrenamiento de categorías base y olímpicos.

Buena prueba de esta apuesta es la próxima cita de junio con el Campeonato de Europa Júnior que acogerá Vilagarcía".El resto se irá acomodando.