Los Heredeiros da Crus congregaron anoche a más de 5.500 personas en su concierto del festival Xironsa, celebrado en A Seca (Corvillón, Cambados). Fue la penúltima actuación de la gira que la banda barbanzana inició el pasado año para celebrar el 25 aniversario de su creación como grupo, y una vez más la formación demostró su enorme poder de convocatoria.
La asociación Xironsa ha dado un gran salto adelante este año con su festival anual. Tanto en cantidad de público como en variedad y calidad de las propuestas musicales y de ocio. Porque ahora ya no es una cita exclusivamente pensada para los amantes de la música y el baile tradicionales, como lo corroboraron anoche los Heredeiros da Crus y Noite Fechada. "Lo que buscamos es que los gaiteiros escuchen rock, y los rockeros escuchen música de gaita", explica el portavoz de Xironsa, José Luis González Roma, "Liso".
Así, si el festival de Xironsa era antaño un lugar donde escuchar buena música tradicional, ahora es un lugar para escuchar música gallega, sin apellidos.
La asociación cultural de Cambados entra así en una nueva "era", en la cual los Heredeiros da Crus son el principal exponente de la nueva filosofía, pero no el único. Hay otros cambios, como el "queimán", que es la moneda propia del festival, la única de curso legal en el recinto. "Queimán era el apodo del último molinero que hubo en el molino de A Seca", explica "Liso". Así, del mismo modo que la asociación ha tomado su nombre de una piedra que separaba por mar las parroquias de Corvillón y Cambados, el logotipo de su festival y el nombre de su moneda serán ahora otro guiño a la memoria colectiva de la parroquia. "En aquella época el molino quedaba un poco apartado, y cuando nuestros padres querían asustarnos nos decían que nos iban a mandar con el Queimán", añade el portavoz de Xironsa.
El viento
El festival de Xironsa cumplió 18 ediciones, y empezó el viernes con la cuarta del Serán, que se vio afectado por el fuerte viento que soplaba a esas horas en la zona de Corvillón, y que ponía en riesgo la estabilidad del escenario principal. Eso obligó a buena parte de los músicos a quedarse en el recinto, por si acaso, lo que deslució el tradicional y vistoso pasacalles inaugural.
Ya ayer, el viento volvió a jugarle una mala pasada a la organización, cebándose con la zona donde se levantaba el palco. La brisa amainó a media tarde, pero Xironsa decidió para evitar sustos retirar algunos de los equipos de iluminación, para reducir el peso del techo de la estructura.
Tratándose de un evento nacido en la cuna de la música tradicional, la jornada no podía empezar de otra manera que no fuese con una alborada. Posteriormente, a mediodía, tuvo lugar la comida de confraternidad, la más multitudinaria de la historia de Xironsa, con la asistencia de 600 comensales, que tomaron empanada y churrasco.
Ya por la tarde hubo juegos tradicionales, música y espectáculos para los niños. El hecho de que estos se desarrollasen en recintos cerrados y con vigilancia permitió que los padres pudiesen disfrutar solos de los conciertos programados al mismo tiempo. La zona de acampada, la feria de artesanía y los puestos de comida completaban una propuesta en la que no faltaba ningún ingrediente de un festival moderno.
El concierto nocturno fue el broche para este proyecto, y aunque los Heredeiros fuesen la estrella más rutilante, también fueron muy aplaudidas las actuaciones del grupo Xironsa, de Susana Seivane, y de Noite Fechada, un grupo local de rock que ya tuvo el honor hace un año de telonear a los Heredeiros en el concierto de la plaza de Fefiñáns en el que los de Ribeira congregaron a unas 8.000 personas. "Les dijimos a los Heredeiros que en esta ocasión les tocaba a ellos ser los teloneros de Noite Fechada", explica "Liso" con humor.
El festival ha sido posible gracias al trabajo de 220 personas, de las cuales 150 eran voluntarias. "El apoyo del concejal de Cultura, Víctor Caamaño, ha sido muy fuerte, apostó por el proyecto. Y aquí hay muchísima mano de obra desinteresada. Sin esas personas voluntarias, todo esto sería imposible".
