El Combate Naval de Vilagarcía siempre genera expectación, pero este año era mayor tras el anuncio de la Pirotecnia Penide de que en el espectáculo de este año se iban a tirar 8.000 fuegos, 3.000 más que hace un año, y de que la traca final sería más larga. Una idea que el Ayuntamiento también publicitó, anunciando el de anoche como el Combate Naval "más potente" de la historia, al menos de la reciente.

Finalmente, el espectáculo gustó, y además de despertar los aplausos en las partes medias del mismo, se escucharon entre el público muchos comentarios elogiosos hacia los haces de luz incorporados este año en el muelle de O Ramal, y hacia la vistosidad de los grandes fuegos aéreos.

También era espectacular el volumen de pólvora que se iba a quemar, pues se utilizaron unos 800 kilos de material explosivo. Esto supone aproximadamente la mitad de la que se almacenaba en el polvorín ilegal de Paramos (Tui), que estalló en mayo pasado cobrándose la vida de dos personas, y que ha vuelto a poner el foco sobre las medidas de seguridad necesarias para que este tipo de actividades se desarrollen sin sobresaltos.

Una vez más, ayer fueron miles las personas que se dieron cita en distintos puntos de la costa vilagarciana, pero sobre todo sobre la arena de la playa de A Concha, para presenciar uno de los mejores espectáculos pirotécnicos de la provincia. Empezó a medianoche, con 22 minutos por delante de emoción, pero los más previsores acudieron ya a última hora de la tarde con sus toallas y algo para picar, pues de ese modo se garantizaron el mejor sitio para presenciar la lucha entre los barcos y el castillo.

Las condiciones meteorológicas eran ideales para disfrutar del evento, con una temperatura suave y una ligera brisa, mientras que en el cielo la falta de nubes concedió a los fuegos todo el protagonismo que estos demandaban.

Uno de los momentos más emocionantes de la noche fue de nuevo la enconada lucha librada entre los barcos españoles -recreados sobre tres naves mejilloneras- y el castillo, de 32 metros de largo por 12 de alto. Una lucha que se interpretó con disparos acuáticos de vistosos colores, y a los que en esta edición también se concedió algo de protagonismo con respecto a otros años. Se desarrolló en la parte final del Combate, justo antes de la gran traca final, en la que docenas de fuegos sobrecogieron al público con su atronador sonido al explotar. Fueron precisamente esas grandes detonaciones en el cielo las más aplaudidas. Terminado el espectáculo, fue necesario regular el tráfico durante más de media hora.