Con 85 años a sus espaldas, y tras pasar 20 en la cárcel, el patriarca del clan de los Charlín vuelve a las pantallas tras popularizarse a nivel nacional con la serie Fariña y las declaraciones que realizó al respecto. Vuelve a las andadas como uno de los presuntos cabecillas de un alijo de más de dos toneladas. Nacido en Vilanova de Arousa en 1932, el patriarca siempre ha sido parco en palabras, frío y calculador. Durante años, manejó con puño de hierro las empresas legales, mientras se dedicaba a otros "negocios", manteniendo algunos escarceos con la justicia que le llevaron a cumplir dos penas menores en la década de los 80. Charlín saltó a la fama de la mano de la Operación Nécora, impulsada por Baltasar Garzón en 1990. Aunque de ese golpe saldría ileso, pronto acabaría cayendo, siendo condenando a 20 años de cárcel en 1999 por un alijo de 600 kilogramos. A ello se sumó una condena por blanqueo de capitales de otros 15. En 2010, gracias a la aplicación de la doctrina del Tribunal Constitucional, que hacía posible la refundición de penas, logró salir de prisión, circunstancia que ocurría el 17 de julio, con 78 años a sus espaldas y tras dos décadas de reclusión. Tan solo dos días después, se vería implicado en la Operación Repesca de blanqueo, cuyo juicio todavía está pendiente. Su detención en 2011 por un presunto abuso sexual que él siempre negó y la muerte de su mujer Josefa Charlín, marcaron unos últimos años en los que el patriarca hizo gala de buena salud, con continuos paseos por el puente de A Illa o tomando las "chiquitas" .
Esa vivienda la comparte con su hijo Melchor, el más crápula de la familia y que también atesora una larga historia a sus espaldas. Amigo del primer narcoarrepentido, Manuel Fernández Padín, Melchor huyó del maxiproceso de la Operación Nécora, aunque acabaría siendo apresado a finales de 1996 en Marruecos. Fue el primer narcotraficante entregado por el país Alauí a España, cumpliendo así la orden internacional de búsqueda y captura (acumuló tres) que dictó Garzón en su contra. Desde entonces, ha entrado y salido de la cárcel en varias ocasiones, como en 2008, cuando fue detenido por el impago de una multa de tráfico durante el juicio por la muerte de una sobrina, a la que le cayó una grúa encima. Su salud se ha deteriorado en los últimos años por la adicción al alcohol y a las drogas, unos excesos que inició en su juventud, cuando se divertía por las calles de Vilanova con muchos de los integrantes de la Generación Perdida, que acabarían cayendo víctimas de las drogas. Padre e hijo fueron víctimas de un asalto por parte de dos encapuchados este mismo año, sufriendo una paliza que les llevó al hospital.
