El capitán José María Rancaño, jefe de la Compañía de Vilagarcía de la Guardia Civil pasa a la reserva después de más de 40 años de servicio activo. Sus compañeros le rinden el viernes un homenaje con una comida en Cambados, abierta a la sociedad arousana. Rancaño trabajó en el cuartel vasco de Intxaurrondo durante los "años del plomo" de ETA, y en O Salnés en la época en la que los grandes clanes del narcotráfico empezaban a derrumbarse como un castillo de naipes. Para él, los guardias "somos parte de la sociedad. No somos más que un instrumento que tiene la sociedad para cumplir unos objetivos de respeto a la legalidad".

-Usted prestó servicios en el País Vasco, en una unidad de información antiterrorista. ¿Qué era para usted ETA en los años 80?

-Siempre consideré a ETA como un grupo reducido de individuos que querían imponer su voluntad al Estado y al resto de ciudadanos. Y en parte lo consiguieron, porque en aquella época no podías hablar con libertad en un bar o en la calle. Aún hoy cuesta escuchar a la gente hablando de política en un bar. El terrorismo de ETA nunca tuvo razón de ser. Era una forma de dictadura dentro de una democracia. Tenían herramientas políticas para luchar de otro modo, y no matando. Por fortuna, terminaron como tenían que terminar.

-En la década de los 80 aún había algunos sectores en la izquierda española, gallega y catalana que simpatizaban con la lucha armada. ¿Qué sentía usted al ver eso?

-Lo interpretaba del mismo modo que ahora si alguien me cuenta algo que no ha visto, pero lo dice porque a él se lo contaron otras personas. Yo no veía nada de lo que esa gente denunciaba. Allí no había ni salas de tortura ni estaba el Ejército en la calle. Pasó algo parecido aquí con la droga. Hubo corrientes que defendían su legalización, y nos ponían como ejemplo Holanda. Pero resulta que esa política permisiva ahora se está volviendo en su contra. En cuatro años se han producido en Holanda 30 asesinatos vinculados a las luchas entre bandas de traficantes. Han tenido que cerrar miles de "narcopisos", y ya han prohibido la venta de cannabis a los extranjeros. Casi el 50 por ciento de la cocaína y la heroína que se vende en Europa entra por Holanda y Bélgica, que en algunos aspectos empiezan a tener características de "narcoestados". La permisividad social durante tantos años hacia las drogas ha propiciado que los traficantes se hiciesen con muchísimo poder y dinero. Cuando se trata de asuntos que afectan de esa manera a la sociedad y a nuestros hijos, tenemos que ser muy cautos.

-¿Considera cierta la afirmación de que antes de la operación Nécora Galicia estuvo a punto de convertirse en Sicilia?

-Sí, le anduvo cerca. En esa época se produjeron varios ajustes de cuentas, pero las fuerzas y cuerpos de seguridad recibimos la orden de frenar eso, y creo que lo conseguimos. El 90 por ciento de los asesinatos fueron esclarecidos y los sicarios resultaron detenidos. La Guardia Civil de Vilagarcía participó en información clave para esclarecer muchos de esos casos.

-Pero a mediados de la década pasada la violencia rebrotó en la comarca, con crímenes terribles como el del molino de Cambados. ¿Qué pasó?

-Las mafias empezaron a estar dirigidas por gente de la segunda o tercera generación, más violentos que los venían del contrabando de tabaco. Luchaban por hacerse un hueco, por conquistar un espacio. Es como lo que está pasando ahora en Algeciras. Pero en Galicia, en estos momentos la situación está bastante controlada porque las fuerzas de seguridad tienen equipos especializados en ese tipo de delincuencia que están muy encima de las bandas.

-La Fundación Galega contra o Narcotráfico teme que se asienten en las Rías Baixas los contactos de las organizaciones proveedoras de la droga, colombianas y de Europa del Este. ¿Comparte ese temor?

-No. Las fuerzas policiales tenemos un control muy serio de esa situación. Ellos intentan entrar, sí, pero nosotros estamos aquí para evitarlo. La prueba de que no están consiguiendo abrir "oficinas" estables es que cada vez entran menos alijos por Galicia.

-¿Cuál fue la peor y la mejor época de su trabajo como guardia?

-La peor fue en el País Vasco. Eran jornadas agotadoras de trabajo, sin dormir. A veces pasábamos dos semanas sin descansar ningún día. Los compañeros muertos... La mejor fue cuando me vine para Galicia. La gente se ha portado muy bien conmigo. Galicia tiene muchos valores, generosidad, altruismo. Tenemos una riqueza enorme, marisqueo, vino, turismo... Solo nos falta poner en valor todo eso para que esto sea Suiza.

-¿Vivimos en una sociedad más insegura que la de los años 80 o 90?

-Es distinto. La juventud es transgresora por naturaleza. Ahora tiene más información que nunca, y sin embargo algunos siguen consumiendo drogas. En el fondo, no son distintos a los jóvenes de los 80. Ahora son más inteligentes, pero con los años se harán también más listos. Galicia es un país de gente muy lista. Durante décadas, una gran parte de la población no sabía leer ni escribir, y sin embargo fueron capaces de sacar sus familias adelante. En términos generales, creo que gozamos de mucha seguridad. España está considerado uno de los países europeos más seguros, y la tasa de delitos de Galicia está incluso por debajo de la media nacional. En la Compañía de Vilagarcía el índice de delincuencia bajó el último año un dos por ciento.

-¿Cuáles son las principales deficiencias del cuartel de Vilagarcía?

-Es un edificio muy antiguo, y en general está muy mal. Tiene deficiencias estructurales tanto en los pabellones, con habitaciones pequeñas y humedad, como en los espacios dedicados a la función policial. Hoy, para que el denunciante y el denunciado no se crucen o se vean, tenemos que andar pasándolos de una dependencia a otra. Hace 20 años que este cuartel tenía que haber sido sustituido.

-¿Es Fontecarmoa una buena opción para el nuevo edificio?

-Pensamos que sí, por varias razones. Por un lado, aunque no tenemos responsabilidad policial en Vilagarcía, sí la tienen nuestras unidades de Fiscal, Medio Ambiente e Intervención de Armas. En segundo lugar, Fontecarmoa es un lugar bien situado en un acceso a la vía rápida, con salidas directas hacia toda la zona. Y en tercero, está cerca de una zona de desarrollo importante de Vilagarcía, con colegios y centros comerciales en el entorno. Eso es importante para las familias de los guardias, que de ese modo contribuyen también al desarrollo económico del municipio.