Los actos vandálicos no solo no cesan en el Concello de Catoira, sino que parecen intensificarse. Especialmente en la pasarela de madera que sobre el agua y los juncos permite disfrutar de uno de los espacios naturales protegidos más importantes del municipio vikingo, a orillas del río Ulla y a los pies de las Torres do Oeste.

Tal es la virulencia con la que se emplean y ensañan los gamberros que "el gasto en labores de reforma y mantenimiento es enorme" y no deja de desangrar las arcas municipales, según explica el alcalde, Alberto García García.

De manera gráfica y con rotundidad asegura el regidor que "la situación nos obliga a tener un carpintero dedicado casi en exclusiva a este paseo, ya que prácticamente a diario tenemos que reponer las tablas de madera de su piso o las de la balaustrada".

En la actualidad permanece destrozada una de las vallas de protección lateral del mirador. Alguien se encargó de romperla y tirarla, por lo que permanece, ya podrida e inservible, en medio del juncal.

Desde el gobierno catoirense, sabedores de que la carencia de Policía Local impide realizar labores de vigilancia, hacen un llamamiento a la colaboración ciudadana y piden que se denuncie al autor o autores de estos hechos.

Pero mientras tanto "no nos queda más remedio que seguir ejecutando reparaciones, ya que se trata de una zona muy transitada", subraya García. Y más que lo será a medida que se acerquen el verano y la Romaría Vikinga.