La ría de Arousa se dispone a albergar un nuevo proyecto experimental para el cultivo de moluscos bivalvos. Se trata, más concretamente, de ejecutar un plan de preengorde de semilla de diferentes especies. Y se hará en suspensión, es decir, con ayuda de semilleros o criaderos que se instalarán en un par de bateas fondeadas en el polígono Pobra B.

La especie principal a reproducir es la almeja japónica, pero también se experimentará con la fina y la babosa, al igual que con el berberecho, la coquina, vieira, zamburiña, volandeira y ostra japonesa o rizada.

Manuel Antonio Boo Pardavila, que ya experimentó en jaulas flotantes instaladas en la cuadrícula 131 del polígono bateeiro Pobra B con las tres especies de almeja citadas en primer lugar, es el promotor de esta apuesta por el multicultivo a desplegar en las cuadrículas 130 y 133.

Una iniciativa que pretende generar hasta siete millones de unidades de almeja para poner en el mercado sin necesidad de aplicar tratamientos con los que prevenir enfermedades, sin usar sustancias antiincrustantes y sin incorporación de alimento; todos ellos aspectos que en su día provocaron la inmediata reacción de las gentes del mar cuando se trató de experimentar en la ría con el cultivo de salmón en jaulas.

Pero este "Proyecto de cultivo experimental de moluscos bivalvos (fase de preengorde) sobre unidades de substrato suspendido en la ría de Arousa", que es como se define la iniciativa, poco o nada tiene nada que ver con aquello de los salmones, según se desprende del estudio de impacto ambiental.

El mismo en el que se detalla que el preengorde comenzará con individuos de 0,3 milímetros y se realizará "en condiciones ambientales controladas en cuanto a temperatura y aporte de alimentación" hasta llegar al momento del "desdoble", cuando los bivalvos alcancen una talla de 1,5 milímetros y puedan ser trasladados al medio natural.

Este documento, evaluado por la Dirección Xeral de Calidade Ambiental e Cambio Climático de la Consellería de Medio Ambiente e Ordenación do Territorio, desvela que las bateas a emplear son de segunda mano, "al objeto de utilizar construcciones existentes". Tienen unas dimensiones de 24 por 22 metros y disponen de seis flotadores cilíndricos de acero recubierto de poliéster.

Sobre una de ellas se dispondrán cinco contenedores isotermos, en tres de los cuales se desarrollarán las diferentes fases de cultivo con ejemplares de más de 0,3 milímetros.

En la cubierta de uno de ellos se colocarán ocho placas solares de 250 W, cuyo objetivo será mantener la temperatura del agua y garantizar el aporte energético necesario para llevar a cabo todas las tareas del cultivo.

Cada una de esas placas solares tiene unas medidas de 1,655 metros de largo por 0,992 metros de ancho, y 45 milímetros de grosor.