Los últimos días han convertido en temerario encender alguno de los múltiples dispositivos eléctricos que existen en una vivienda. El precio de la energía se ha disparado hasta cotas que nunca había alcanzado con anterioridad sin que la mayor parte de los usuarios sea capaz de entenderlo, más allá del golpe que supone para muchas economías afrontar el pago de un recibo que se encarece cada vez más.

Descifrar los motivos por los que el recibo de la luz sufre tan importantes altibajos, casi siempre al alza, no es una tarea sencilla, ya que en la factura que acaba pagando cada usuario se desglosan una serie de conceptos que no siempre son conocidos para el pequeño consumidor y que ayudan a que el coste se acabe disparando. Manuel Goday, responsable de la única compañía eléctrica, diferente de las grandes, que opera en la comarca de O Salnés, es el primero en reconocer que el precio al que se está comercializando la energía es extremadamente alto, alcanzando unos niveles a los que, en los siete años en los que existe la actual regulación, nunca se había llegado, pero el coste de la energía es solo una de las tres partes en las que está dividida la factura que se recibe en una vivienda normal. En esa factura, explica Goday, figuran una serie de conceptos fijos, conocidos como peajes, la tarifa eléctrica, que sería la parte en la que influyen estas variaciones, y los impuestos, un 5% de Impuesto Eléctrico y un 21% de IVA, cuya cantidad final varía dependiendo de la cifra inicial con la que se parta. "Hasta hace siete años, era el gobierno el que fijaba el precio de mercado, pero eso cambió, instalándose este sistema de mercado en el que el coste de la energía se fija cada día y en función de las diferentes horas de la jornada", indica.

Costes

En estos momentos, en España existen cuatro productores de energía, que serían los encargados de fijar la tarifa eléctrica, una parte de la factura que no alcanza el 50% de la misma. "El incremento de estas últimas semanas es justificado por los productores en la carencia de agua para las centrales hidroeléctricas, la ausencia de viento y en el cierre de cinco reactores nucleares en Francia, de la que exportan parte de la energía que se consume en España, algo que ha disparado todavía más los precios", indica el responsable de la Compañía de Electrificación de A Illa.

El precio de la energía en el mercado mayorista de la electricidad es ofertado por las compañías productoras, que colocan en el mercado la producción de sus centrales mediante un sistema marginalista. Esto quiere decir que, la última central necesaria para abastecer de electricidad es la que acaba marcando el precio. En principio, las renovables son las que tienen prioridad a la hora de entrar en el mercado, pero la ausencia de viento, provocada por la ola de frío, ha reducido de forma notable su producción, lo que obliga a tirar de las hidráulicas, los ciclos combinados o el carbón.

Goday reconoce que "en los siete años que lleva este tipo de tarificación, en la que el precio se fija el día anterior y varía según la hora, es el momento en el que está más alto, ya que nunca antes se habían registrado picos de más de 100 euros el megavatio". Es más, durante todos estos años, en el mes de enero, la cifra media más alta que alcanzó el mercado fue de 66,41 euros, en 2015, mientras que en 2010, estaba tan solo en 40,11. Se han registrado momentos puntuales en los que la tarifa eléctrica ha llegado a rondar los 80 euros el megavatio hora, como en diciembre de 2013, pero por ejemplo, la media del pasado año fue de 48,26, cifra muy alejada de la que se alcanzó en estos días. "El mercado de la energía se ha convertido en una especie de bolsa en la que el valor varía con demasiada frecuencia", señala.

Pero en la factura eléctrica también existe un concepto conocido como el coste fijo, que supone un porcentaje muy alto de lo que tenemos que pagar. Ese coste fijo consiste en una serie de procesos de regularización que han tenido que afrontar las eléctricas en los últimos años que acaban repercutiendo en el consumidor. La promoción de las energías renovables, la gestión de los residuos radiactivos, las compensaciones insulares o el recargo del déficit tarifario son solo algunas de los elementos que se engloban dentro de estos costes fijos. Por último, están los impuestos, que suponen, aproximadamente, el 26% de la factura final que llega a cada usuario.

El precio final también puede variar dependiendo de la tarifa que se tenga contratada. Con un servicio simple, el precio del kilovatio será exactamente igual las 24 horas del día, mientras que con la doble tarificación, el precio, durante las horas de mayor consumo es mucho más alto, pero ese coste se reduce casi a la mitad en horario nocturno. La doble tarificación "es una fórmula que han elegido muchas empresas, que ante esta subida de energía, han optado por reforzar sus turnos de noche para ahorrar, porque de otra forma, acabarían cerrando sus puertas por la elevada cifra a la que tendrían que hacer frente", señala Goday.

Los pequeños consumidores no son los únicos perjudicados con la situación que se está registrando. De hecho, en España existen más de 300 empresas comercializadoras de energía cuyo futuro pende de un hilo debido a estas fluctuaciones. "Están obligadas a comprar cada día y lo que no vendes, te lo puedes acabar comiendo", señala. Es cierto que "hay empresas que arriesgan y compran la energía a un precio estipulado por un período de tiempo, pero te expones a que las fluctuaciones del mercado te acaben dejando muy tocado".

En el caso de la Compañía de Electrificación de A Illa, el impacto de estas fluctuaciones se ha notado, pero no ha puesto en riesgo a la empresa. No en vano, "nuestra compañía se centra, al 80% de su actividad, a la distribución, a cuestiones como el mantenimiento de las líneas o el control de contadores, mientras solo el 20% está dedicada a la comercialización; la legislación nos ha obligado a separar las dos partes, pero en el ámbito de la comercialización hemos notado un importante descenso de los beneficios, e incluso, algún mes, como el pasado diciembre, con pérdidas, pero nos sostiene la distribución, algo que no tienen otras empresas del sector".

Además de la Compañía de Electrificación de A Illa, en Galicia hay unas treinta empresas comercializadoras de energía en estos momentos.