El Liceo Casino de Vilagarcía está al borde de la quiebra, pues sus problemas económicos no cesan: a la sangría de socios (ahora tiene 400) se suma una reciente sentencia que le obliga a pagar 125.000 euros a la extinta Caixa Galicia, una cantidad que la sociedad no tiene capacidad para asumir. Para más inri, su condición de deudora con Hacienda por el impago de 80.000 euros a la Autoridad Portuaria por el frustrado macropuerto deportivo le impiden acceder a toda subvención pública. Con esas ayudas públicas el Liceo iba cubriendo su déficit mensual de 4.000 euros (apenas 9.000 euros de ingresos frente a 13.800 de gastos fijos), pero una vez que el grifo de las administraciones se cerró las pérdidas fueron creciendo.

Ante esta alarmante situación y para evitar la desaparición de la longeva entidad, la directiva que preside Antonio Castro propuso ayer en una asamblea extraordinaria varias medidas, entre las que se encuentra reconvertir el Club de Mar en una estación náutica con el propósito de incrementar los ingresos sin gastar ni un euro y así poder afrontar el pago de 125.000 euros que le reclama la justicia por la reformulación de tres créditos de 90.000, 60.000 y 60.000 euros con Caixa Galicia en una sola operación de 192.000 euros "autoamortizable" con la obra social de la desaparecida caja a razón de 35.000 euros al año. Según las explicaciones de Castro, la asamblea autorizó en 2009 esa variación del convenio solicitada por Caixa Galicia, que en 2012 cerró el grifo de la obra social al Liceo, y por tanto éste dejó de pagar los préstamos. "No hay contratos firmados de los patrocinios", recalcó el presidente.

La justicia ha dado la razón a la desaparecida caja y el Liceo ha recurrido el fallo, si bien la directiva es previsora y plantea cambios con los que pagar esa deuda en el caso de que la sentencia firme (el presidente estima que pueda dictarse dentro de un año) sea desfavorable para la entidad vilagarciana. Y es que "la sociedad no puede afrontar esa cantidad bajo ningún concepto", insistió Castro.

El Liceo paga al Puerto una concesión de 2.000 euros al mes por el Club de Mar. Quiere rentabilizarlo cambiando su funcionamiento al de una estación náutica con alquiler de barcos, paseos por la ría, bautizos de mar, etc. Se trata de ofrecer servicios a socios y no socios.

Otras medidas propuestas fueron el pago de las actividades por parte de los socios, separar el Festival de Cine y la sección de tenis de mesa del Liceo para poder acceder a subvenciones y abrir una sala de "coworking". No hubo votación.